Polémica europea por la matanza de focas en del Norte
Las primeras escaramuzas de la «batalla del mar del Norte» se produjeron el pasado lunes, cuando el pesquero noruego Kvitigen levó anclas del puerto escocés de Kirkwall, en las islas Orkney, para iniciar un reconocimiento previo al cumplimiento de su misión de exterminio de 5.000 focas, 4.000 de ellas recién nacidas por encargo del Gobierno británico. A su popa, el Guerrero del Arco Iris, barco de la organización ecologista internacional Greenpeace, «dispuesto a impedir la matanza por todos los medios pacíficos. Periodistas y fotógrafos de numerosos países siguen las incidencias de la expedición, que se ha convertido en un tema incómodo para el Gobierno de Londres.A la hora de redactar esta crónica, el Parlamento de Estrasburgo debate, en una sesión de urgencia, una moción presentada por el diputado laborista Tam Dalyell, para que la Comisión Europea exija a Gran Bretaña la publicación de los datos en que se basa para ordenar tan impopular matanza. Londres y las autoridades escocesas, encargadas directamente del patrocinio de la operación, estiman que para proteger sus recursos pesqueros es necesario reducir a la mitad, en los próximos cinco años, la población de focas grises en sus aguas del mar del Norte, estimada actualmente en 60.000 individuos.
Las organizaciones ecologistas, a su cabeza la World Wildlife Foundation, estiman falsos los cálculos británicos y han solicitado una investigación urgente y la paralización hasta entonces del inminente exterminio.
A bordo del buque noruego, contratado por Gran Bretaña al precio de 20.000 libras (cerca de tres millones de pesetas), viajan seis tiradores especializados, equipados con rifles rápidos del calibre veintidós, que se encargarán de dar muerte a novecientas hembras adultas y 4.000 crías en sus criaderos de las islas Orkney. Sus primeros intentos de reconocimiento ya han sido obstaculizados por dos botes neumáticos de la organización Greenpeace, «que a gran velocidad evolucionan en las proximidades del pesquero noruego
Los miembros de Greenpeace llegarán a interponerse entre los tiradores y sus víctimas para impedir el blanco. A bordo del Guerrero del Arco Iris, que no se despega del buque cazador, hay instalado un cuartel general de comunicaciones para coordinar la acción de sabotaje de la matanza a lo largo de las numerosas islas de las Orkney en que tendrá lugar.
Los preparativos de la caza han sido aireados a todos los vientos por los medios informativos británicos, que han conseguido crear en la opinión pública un ambiente emotivo del que el Gobierno de Londres y las autoridades escocesas no saben cómo desembarazarse, y que, finalmente, ha culminado en su planteamiento político en el tribunal europeo. Greenpeace, por su parte, ha montado una formidable y costosa operación, de la que forman parte la situación en isla estratégicas, muchas de ellas diminutas y la, mayoría deshabitadas, de «comandos» integrados por varios miembros que se comunican por radio entre sí y con una avioneta en observación. Los botes fuera-borda del Guerrero del Arco Iris, según el plan de guerra puesto a punto el lunes por los ecologistas en un hotel de Edimburgo, se encargarán de ahuyentar y dispersar mar adentro a las focas y a sus crías y, en última instancia, se interpondrán entre los cazadores y su objetivo, táctica empleada ya en la protección de las crías de ballena.
Según los expertos del Gobierno británico, la población de focas grises del mar del Norte se ha duplicado en los últimos diez años. Su dieta, alrededorde siete kilos de pescado diarios, ha reducido peligrosamente los bancos costeros de bacalao y las ha convertido en competidores directos de los pescadores escoceses, y apoyan como un solo hombre las enérgicas medidas destinadas «a impedir que perdamos veinte millones de libras (280 millones de pesetas) al año en capturas» y a asegurar el futuro de la industria pesquera de la zona.
Pero, en ausencia de una suficiente evidencia científica que las sustente, estas opiniones no son compartidas por las organizaciones ecologistas ni por la opinión pública británica, que, en general, aplaude la moción de urgencia presentada el lunes en Estrasburgo para que su Gobierno explique satisfactoriamente la autorización de la que se considera la mayor caza de focas emprendida nunca en este país.
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