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Novillada en Carabanchel

Cubero y Lechuga, con el oficio bien aprendido

Tras cuatro meses sin dar toros, abrió de nuevo sus puertas la plaza de Carabanchel. Debutaron dos novilleros procedentes de la Escuela Taurina, Cubero y Lechuga, junto a un venezolano, Victoriano Garrido. Los dos antiguos alumnos d la escuela tuvieron una actuación meritoria y mostraron su bien aprendido oficio.Juan Cubero recibió a su primero con unas verónicas de buen corte. Banderilleó a sus dos novillos con más voluntad que arte. Su primero llegó a la muleta incierto y distraído, como consecuencia de haber sido picado en una paletilla ; Cubero lo entendió muy bien, estuvo valiente y logró unos derechazos templados y mandones. Además, trató de dar variedad a la faena, pases a dos manos y remates distintos en cada serie. El cuarto novillo se lesionó en una mano al derrotar en el capote. Cubero estuvo lucido en derechazos y, sobre todo, en unos naturales ejecutados con hondura, pero alargó mucho el trasteo.

Plaza de Carabanchel

Tres novillos de Valdelama, los tres primeros, y tres de Lamamie de Clairac: terciados, cómodos de cabeza, con poca fuerza; nobles, pero con cierto genio en la muleta. Juan Cunero: dos pinchazos y estocada delantera (palmas y saludos). Media estocada, pinchazo en el cuello y estocada delantera (vuelta). Fernando Lechuga: estocada baja, de la que sale trompicado (oreja). Pinchazo, del que sale volteado y con la taleguilla destrozada, estocada baja (vuelta con algunas protestas). Victoriano Garrido: dos pinchazos y estocada baja y delantera (silencio). Pinchazo, estocada tendida, estocada y tres descabellos (palmas).

Lechuga toreó bien a la verónica al segundo y destacó en un quite por delantales rematado con medía verónica. Comenzó la faena sentado en el estribo, luego en los medios dio derechazos muy templados y otros con el defecto de hacerlos circulares. Destacaron de toda la labor dos pases de pecho hondos con salida por el hombro contrario. El quinto fue un manso integral; reparado de la vista y muy mal picado, tuvo dificultades. Lechuga tuvo el buen detalle de llevar él el peso de la lidia; valiente con la muleta, pero sin dominar. Se entregó una enormidad al matar, a sus dos novillos.

Victoriano Garrido, muy verde y sin oficio, desperdició el mejor lote. Embarullado con la capa, dio un sainete en banderillas y con la muleta se mostró codillero y medroso, Nada con el capote en el sexto, y volvió a banderillear muy mal. Faena a la deriva en la que fue achuchado repetidas veces y aparatosamente volteado; acabó con el traje hecho jirones. La casta de sus novillos le vino grande.

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