Carter y Brejnev pueden firmar en diciembre el segundo acuerdo SALT
Las conversaciones sobre limitación de armas estratégicas entre Estados Unidos y la Unión Soviética se encuentran en la recta final y en los medios oficiales de Washington existen pocas dudas sobre la inminente firma de un nuevo acuerdo SALT y la celebración de una entrevista Carter-Brejnev antes de que acabe este año.
Tras los «avances» en las negociaciones mantenidas la semana pasada en Estados Unidos, según reconocieron Cyrus Vance y su colega soviético, Andrei Gromiko, se piensa que un segundo acuerdo de limitación de armamento estratégico podría quedar ultimado durante la visita de Vance a Moscú, a finales de octubre.Se cerraría así un difícil y complejo proceso de negociaciones que impidió a las dos superpotencias renovar el acuerdo SALT I, expirado en octubre del año pasado. La solemne firma del nuevo tratado de limitación de armas estratégicas será realizada por el presidente Jimmy Carter y el líder soviético, Leónidas Brejnev.
Según diversas informaciones, el primer contacto directo entre Brejnev y Carter tendrá lugar en territorio norteamericano, tal vez en la propia capital federal. Otros lugares que se barajan para la celebración de la cumbre son Hawai y Alaska, aunque no falta quien apunta hacia un país neutral de Europa. Incluso circula ya una fecha probable si todo va bien, la del día 1 de diciembre.
Pero la cumbre Carter-Brejnev sólo tiene sentido si sale de ella un segundo acuerdo sobre limitación de armamento estratégico, lo que en Washington se considera como más que probable. El presidente norteamericano, tras los resultados favorables de Camp David en su índice de popularidad, estaría deseoso de apuntarse un nuevo tanto mediante la firma del tratado SALT II.
Uno de los principales obstáculos, el representado por el bombardero soviético Backfire, parece haber sido superado. Los norteamericanos obtendrían garantías de que la URSS no va a desplegar este aparato cerca de territorio norteamericano y se reservarían el derecho a fabricar un modelo similar que, probablemente, sería una nueva versión del FB- 111.
Además, ambas potencias quedarían en libertad de desarrollar un nuevo tipo de misil balístico disparado desde tierra (el MX norteamericano y el SS 11 soviético) y no pondrían límites a los nuevos proyectiles disparados desde submarinos, lo que permitiría la continuidad del programa Trident estadounidense.
El nuevo acuerdo, con una duración de siete años, impondrá límites al número total de vectores atómicos, al número de cabezas nucleares en cada proyectil y a la carga de las mismas. Aún existen problemas con el misil norteamericano Crucero, pero parece que Moscú aceptaría la incorporación de un máximo de treinta de estos ingenios a cada uno de los bombarderos estadounidenses de tipo estratégico.
Si Vance ultima un acuerdo en su próxima visita a Moscú, lo que depende también de la postura del Politburó respecto a los compromisos aceptados por Gromiko, se fijaría una fecha de diciembre para la entrevista Carter-Brejnev, aunque el segundo tratado SALT tendría aún una difícil prueba que pasar en el Senado de Estados Unidos, que debe ratificarlo.
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