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Reacciones a los acuerdo de Camp David

La Administración Carter mantiene su entusiasmo pese al rechazo árabe

La Administración Carter no se ha desanimado, aparentemente, por el rechazo de Jordania y Arabia Saudita a los acuerdos de la cumbre de Camp David, pero si ha expresado su malestar ante las declaraciones del primer ministro israelí, Menahem Begin, sobre tales acuerdos.

La gira por Oriente Próximo del secretario de Estado, Cyrus Vance, se ha visto seriamente dificultada por los comunicados hechos públicos por los Gobiernos de Amman y Riad, en los que se rechaza el «acuerdo-marco» para una solución pacífica del conflicto árabe-israelí.El presidente Jimmy Carter habló telefónicamente el pasado lunes con el rey Hussein de Jordania y le pidió, al parecer, especialmente que no adoptara una postura pública sobre los acuerdos de Camp David hasta haber oído a Vance. Sin embargo, el monarca hachemita expresó su oposición a los resultados de la cumbre antes de que el enviado norteamericano aterrizara ayer en Amman.

Funcionarios norteamericanos estudian con lupa el texto de los comunicados emitidos por los reyes Jaled y Hussein y, al parecer, han conseguido encontrar el aspecto positivo de los mismos. El hecho de que Arabia Saudita rechace el plan general de paz, pero no se oponga a la firma de un tratado entre Israel y Egipto, se considera aquí como especialmente significativo.

En el comunicado saudita se dice, efectivamente, que Riad «no se atribuye el derecho de interferir en los asuntos privados de ningún país árabe o en su derecho de recuperar sus territorios ocupados por medios pacíficos o mediante la lucha armada, siempre que ello no sea contrario a más altos intereses árabes».

Pero los precarios acuerdos de Camp David comenzaron a deteriorarse en Washington, mediante las totalmente contradictorias declaraciones que hicieron Sadat y Begin a los medios de comunicación apenas finalizado el «cónclave» de Camp David. La Administración Carter se apresuró, pues, a pedir a los dos líderes que se moderaran en sus comentarios públicos de los acuerdos.

Especialmente molestas para Washington fueron las palabras de Begin anw el Congreso y en varias entrevistas televisadas. El primer ministro israelí dijo a los congresistas que s u país no renuncia en absoluto a sus «derechos» sobre «las provincias de Judea y Samaria» y añadió que tales derechos están basados en la Biblia. Begin llegó a,decir también que la inclusión de la frase «legítimos derechos álel pueblo palestino»l en los acuer dos no tenía «significado alguno» y que había accedido a ello por la insistencia de las otras partes.

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