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Martín Chirino: "Acepto con naturalidad concursos y premios, toque a quien toque"

Entrevista con el escultor recientemente galardonado en Budapest

Martín Chirino acaba de ser premiado en la IV Exposición Internacional de la Pequeña Escultura de Budapest, que a partir de ahora tendrá carácter trienal, y que este año ha concedido diez de igual jerarquía a otros tantos escultores de distintos países.

Diez era también el número de expertos que constituían el jurado, igualmente de composición internacional. De España formó parte de él José María Ballester, director del Centro de Investigaciones de Nuevas Formas Expresivas, que a la vuelta a Madrid dijo a EL PAIS: «Estoy muy contento con el resultado, que creo que es justo. La exposición ha sido muy importante, y hay que decir que si no hubiéramos convenido en no premiar más de un escultor de cada país, los españoles hubiéramos traído más, porque iban, por usar el lenguaje de las carreras, muy bien colocados.»«Por supuesto que estoy contento con este premio -dijo Martín Chirino a EL PAIS-; como se sabe, el dinero, 40.000 florines, que es una cantidad importante, tengo que dejarlo allí, gastarlo allí, por las normas que rigen en Hungría. Y claro que voy a ir a Budapest, aunque seguramente tarde algunos días, porque estoy sobrecargado de trabajo. La inmediata exposición en Nueva York, que ya está muy avanzada, debe estar completamente terminada a finales de enero.»

«El premio no se ha referido a una obra en particular -continúa el escultor-, sino al conjunto de lo que llevé a Budapest. Dos espirales del viento y tres Afrocán. De ellas prefiero, yo particularmente, una llamada el Viento de Balos, que es una obra de cortén, muy densa, sobre un pedestal de lava.» «Balos -aclara Martín Chirino-, es un lugar sagrado, especie de santuario, que guarda los últimos restos de la cultura guanche. Para mí está cargado de emoción. Es el santuario de la investigación y de trabajo de todo el proceso de mi última obra.»

Sobre las características de su escultura, dijo Martín Chirino a EL PAIS: «En mi escultura hay dos vertientes bien diferenciadas: una tiene desde siempre sus raíces en caracteres autóctonos, en las señales que han quedado de la vieja cultura guanche. Es la espiral, que, en definitiva, está inspirada en la pintadera. Efectivamente, las pintaderas no se sabe qué significado o uso tenían, pero son especie de sellos o marcas de origen oscuro que han quedado de los ancestros canarios. Luego hay otro tipo de obra, la segunda vertiente de que te hablaba antes, donde las influencias de distintos tipos de escultura han tenido mucho que hacer.» «Lo que me apasiona ahora es el Afrocán. Como proceso -continúa Martín Chirino, sobre estas particulares esculturas-, porque si bien es verdad que dejándome llevar por toda la corriente actual de atención hacia el arte africano, y que en ningún momento yo pretendí que fuese arte canario, lo cierto. es que por la extraña circunstancia del momento coyuntural en que se da, el Afrocán viene a ocupar un espacio político vacío que yo no tenía previsto, y la razón de todo esto es la tremefida polémica a que está sometido, que le va concediendo un lugar bastante exacto dentro de la cultura canaria.»

Sobre el sentido de los premios y concursos, y sobre éste en particular, dice el escultor: «Yo creo que un premio siempre tiene sentido, porqu e es la ratificación de todo un proceso de trabajo. Naturalmente que yo, de antemano, no hago una escultura pensando que voy a obtener un premio, pero también es evidente que, no sólo exponiendo mi obra, sino exponiéndome yo, ya que el arte es idea y pensamiento, en la confrontación se gana y se mejora.»

«A veces la gente lo quiere llamar competición pura y si lemente, manejando todos los clisés de la cultura y, así, evitar las posibles frustraciones que podría implicar. Pero entendiéndolo como un proceso desgraciadamente real en que participamos todos, y como el arte es la vida, entiendo que tengo que evitar todo elitismo.»

El que el premiado sea claramente abstracto ha extrañado a algunos por venir el premio de un país del Este. Sobre este tema dijo Chirino: «Evidentemente, mi obra es abstracta y, al parecer, el tema del arte está empezando a ser considerado allí desde otros puntos de vista. Lo que creo que ya es claro es que mi obra está construida sin concesiones, dentro de unas tendencias y una trayectoria muy bien definida.»

Y, por fin, sobre la exposición en Nueva York, a la que dedica sus horas en este momento, dice: «Se va a inaugurar el 17 de marzo en la Grace Borgenicht Gallery, de Nueva York, y luego el proyecto es llevar la obra -que será el Afrocán- a una serie de museos y fundaciones de Estados Unidos que se han mostrado interesados por el tema. Serán diez esculturas, que medirán entre ochenta y noventa centímetros de forja, en la tónica de todas las mías. Con las bases, que han sido elaboradas hasta formar parte de la misma escultura para hacerla perder su carácter de objeto exhibido, pueden alzar dos o tres metros cada una. Llevo además, algunas cangrafias, y el catálogo, bilingüe, lo hará, en Madrid, Taller de Ediciones JB.»

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