Un cuento y una fábula
Feliz país aquel en el que entidades culturales facilitan becas para escribir guiones cinematográficos. Seguramente la mayor parte no se realizarán, más éste no es el caso de Robert M. Young, nacido en Nueva York y ya con un importante balance a sus espaldas como autor, fotografo y director. Repasando su amplia filmografía se aprecia su interés ante todo por los medios sociales más pobres de su país, por las gentes de color, emigrantes, colonos, marginados y en general por sus luchas a favor de todo tipo de reivindicaciones.El tema en este caso, si no nuevo, en la literatura al menos, se halla expuesto de forma directa y hastante sincera, sin alardes de técnica ni planos complicados. Este alambrista, pariente cercano de los espaldas mojadas y tantos otros emigrantes ilegales, cruza la frontera y llega a Estados Unidos en busca dé trabajo, en un afán por mejorar su vida como tantos otros mexicanos. Su falta de documentación, su difícil adaptación le llevarán a situaciones narradas por Young muy prolijamente a lo largo de un relato en exceso prolongado. Ello hace que la acción se demore a ratos, aparte de que ciertos momentos como el encuentro con el padre muerto no resulten demasiado convincentes. Young se nos revela así mejor realizador que guionista en esta película. bien interpretada por Domingo Ambriz y Linda Guillín.
Hay, sin embargo, un atán. por mostrarse contenido a la hora de retratar policías, colonos blancos y granjeros y un especial fatalismo que parece pesar sobre los mexicanos. De todas formas, la historia es un buen testimonio documental, quizá en ocasiones demasiado amable. de un estado de cosas habitual en cualquier frontera donde se enfrentan países ricos-vecinos pobres. Es un filme destinado sobre todo a acallar ciertas malas conciencias y por ello no es de extrañar que resultara premiado en el último Festival de Cannes.
Después de Habla mudita y Camada negra, Manuel Gutiérrez Aragón nos trae a este certamen su filme más personal y hasta hoy más ambicioso. una fábula a caballo sobre la realidad histórica de los últimos tiempos de la dictadura y el mundo a medias soñado y a medias temido de los cuentos que se inventan para los niños. Como en esos relatos que marcarán para siempre los buenos días de la infancia y los años en que, la imaginación se sedimenta, hay en esta película voces remotas y claves cercanas que el público, como el lector de antaño, va descubriendo, analizando. asimilando hasta hacerles concretarse en una historia real referida a nuestros días, en donde la razón roza a veces la locura v a veces la memoria.
También como en esos espejos no deformantes ni aberrantes, sino linipios y enteros, a los que cada día nos asomamos sin llegar a reconocernos del todo, este filme de Aragón nos convierte en sonámbulos entre la realidad y el sueño, entre la locura y la verdad, liberándonos en cierto modo.
Toda aventura intelectual encierra riesaos evidentes que en esta ocasión han sido salvados, llevando la historia más allá de los cauces habituales del cine político, el cine psicológico o el recuento acostumbrado de memorias íntimas o jornadas documentales.
Babelia
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