Un antiguo agregado de prensa español, jefe de la red de espionaje japonesa "To"
Los informes que enviaba a Madrid desde Estados Unidos la red de espionaje japonesa. «To» eran posteriormente entregados a los servicios de inteligencia alemanes y llegaban también al despacho del entonces ministro de Asuntos Exteriores franquista, Serrano Suñer, según documentos de los archivos nacionales de Washington.Mediante estos documentos, que fueron consultados por EL PAÍS en la capital norteamericana, puede obtenerse una visión, bastante completa de la estructura de la red de espionaje formada por españoles.
La red «To» fue creada por el ministro consejero japonés en Madrid, Suma, con la estrecha colaboración de un español, que sería luego el jefe de la misma, y, según se desprende de los documentos recientemente desclasificados como secretos, con la aquiescencia del ministro Serrano Suñer. El espionaje norteamericano indica en sus informes que el siguiente ministro de Asuntos Exteriores, Jordana, dejó aparentemente de recibir las informaciones de la red que sí llegaban a Serrano Suñer.
Aunque los nombres de los agentes fueron borrados por la Agencia Nacional de Seguridad norteamericana (NSA) antes de dar a la publicidad los documentos del sumario conocido como Magic, se cita al jefe de la red «To» como «un antiguo agregado de prensa en la embajada española en Londres», y el representante diplomático japonés le describe como «un caballero, de carácter enérgico, pero quizá un poco quijotesco y exaltado».
Según los documentos, la red comenzó con tres espías en Estados Unidos, localizados en Nueva York, Washington y San Francisco. Los servicios secretos norteamericanos piensan que, uno de estos agentes fue detenido por el FBI en 1942, en Baltimore. Seis españoles fueron arrestados entonces por intentar exportar platino sin licencia.
Uno de los periodistas españoles que fueron enviados como agentes de la red «To» a Estados Unidos pudo actuar como agente doble o, por lo menos, informó de la misión que se le había encomendado a los norteamericanos. Este periodista, cuyo nombre ha sido borrado en los documentos, contactó con el embajador de Estados Unidos en Madrid, Carlton Hayes, y le comunicó los detalles de su mision.
El periodista llevaba una carta firmada por Pepe que debía entregar a una persona, aparentemente empleada por el consulado general chileno, en el 500 West de la calle 144, de Nueva York. Al parecer, esta persona estaba encargada de las comunicaciones secretas por radio entre España y Estados Unidos, que se hacían vía Colombia.
Crónicas en clave y tinta invisible
Un código secreto para incluir mensajes en las crónicas normales de prensa fue entregado al periodista, añaden los documentos de la NSA, que sospechan de un corresponsal radicado en Nueva York que enviaba quinientas palabras diarias, a un coste de cincuenta dólares.
Otra fórmula para enviar los mensajes era a través de la valija diplomática española, dirigidos a una persona cuyo nombre ha sido borrado de la sección de «valijas» del Ministerio de Asuntos Exteriores. Además, el periodista en contacto con los norteamericanos dijo haber sido instruido para utilizar tinta invisible en cartas particulares, así como en el dorso de las hojas en que enviaba sus crónicas por correo.
El ministro consejero Suma, cuyas comunicaciones secretas eran interceptadas y descifradas por los servicios norteamericanos, informó a Tokio el 11 de julio de 1942 que dos periódicos de Madrid iban a enviar corresponsales a Estados Unidos y que trabajarían allí para la red.
En los documentos de la NSA se recogen también las sospechas de los miembros del contraespionaje norteamericano respecto al envío de un agregado militar a la embajada española. Los japoneses le llaman Kasutehon, en su transcripción de un nombre extranjero y los norteamericanos creen que en castellano debe ser algo parecido a «Castillón» o «Castejón». Sin embargo, no hay evidencias en los documentos hechos públicos de que se llegara a enviar a tal agregado ni de que actuara como agente.
Mucha imaginación
A primeros de 1943, la red «To» había enviado unos ochenta informes a Madrid. Los servicios norteamericanos, que interceptaban toda la información cuando era transmitida a Tokio, creen que es de escaso interés y falta de precisión. «Sólo ocasionalmente se ha enviado un informe parcialmente correcto y de cierta importancia», dicen los documentos de la NSA, que añaden que los espías españoles suplen con frecuencia la falta de datos con su imaginación.
Dada la escasa importancia de la red «To» y el hecho de que su existencia fuera tan detalladamente conocida por los servicios de contraespionaje norteamericanos, no puede evitarse pensar que en más de una ocasión fue utilizada para suministrar informes falsos a los japoneses, aunque no hay evidencia de ello en los documentos hasta ahora publicados.
En cuanto a la financiación de la red, los informes de la NSA indican que se envió dinero en la valija diplomática española, pero que se abandonó pronto este sistema porque era muy peligroso. El dinero fue llevado desde entonces a Estados Unidos por los nuevos agentes que iban llegando, y uno de ellos lo hizo con la ayuda del segundo operador de radio del barco español Marqués de Comillas, identificado en los documentos como «Ramos», un posible seudónimo.
Los informes recibidos en Madrid no sólo llegaban a Serrano Suñer y al ministro consejero japonés, Suma, sino que se distribuían a los servicios alemanes a través de la Agencia de Asuntos Especiales, una organización en Madrid de la inteligencia nazi. Los norteamericanos sabían también esto y por ello es más que probable que «intoxicaran» la red «To» para utilizarla a su favor mediante el envío de informes falsos al enemigo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.