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Campaña demagógica contra la fiesta, iniciada en Barcelona

El gobernador civil de Barcelona desempolvó el domingo una disposición en desuso por la que se prohíbe la entrada de los niños en los toros, con lo cual le pegó un golletazo a la fiesta. El gobernador se identifica con la «campaña antitoreo», iniciada en Barcelona -según un despacho de Europa Press-, y que va a seguir adelante. El gobernador ama a los niños y detesta las corridas de toros. Habrá meditado bien el gobernador, suponemos, el alcance de su medida.

Pretende la vetusta disposición evitar a los niños las deformantes consecuencias de un espectáculo violento. La fiesta de toros es, en efecto, violenta, aunque quienes por este motivo la atacan deberán demostrar que es también deformante. A los campañistas y al gobernador hay que preguntar si conocen a fondo la fiesta de los toros; la estructura, la técnica, el sentido de la corrida; el fin de los tercios de la lidia; las raíces del espectáculo, etcétera. Si no lo conocen bien o no lo han visto, habrá que preguntarles, también, entonces, por qué la atacan. Pero el gobernador tiene aún mucho campo de actuación en favor de los niños. Simplemente: como de evitarles de contemplar imágenes violentas se trataría, debe coger pluma y tintero (más de uno) y prohibir el acceso de los niños a todos los espectáculos donde la violencia está implícita. Los cines, por ejemplo, donde atruenan tiros, puñaladas, batallas campales; donde supermanes, spidemanes y robots alcanzan la categoría de mitos; donde un sujeto con máximos atributos de brutalidad es tratado como héroe. O los stadiums, donde la belleza del juego se sustituye por el objetivo de los puntos y para alcanzarlos se utilizan métodos expeditivos, que suelen llegar a la agresión. Una nota a RTVE, donde la ética de sus programas -entre ellos los telefilmes- no precisa comentario, también es necesaria. Y más...

La demagogia está ahora contra los toros, en nombre de una europeización, una culturización y un desarrollo, que en nada se ven afectados por la fiesta, la cual jamás ha sido culpable de que no hayan sido alcanzadas estas metas. Sólo faltaría que después de cuarenta años de abandono por parte del anterior régimen, que la dejó en manos de oportunistas sin importarle en absoluto que se consumiera en una corrupción interna (o no tan interna), que corroía sus mejores y más nobles valores, sirviera ahora de chivo expiatorio de otras culpas.

Al anterior régimen nada más le interesó el espectáculo para hacer un mejunje con su arraigo popular y la más demencial y vergonzosa etapa de toda la historia del toreo, y sacarle el jugo que le convenía en los momento en que las fuertes tensiones sociales y políticas necesitaban un cauce que derivara de ellos la atención del país. De ahí salió la fiesta hecha jirones, con peligro serio de desaparición. Y ahora que intenta rehacerse por sí misma, con mucho esfuerzo y no totalmente claras posibilidades de éxito, viene el vapuleo gratuito, con origen en un político de UCD. Pero sin originalidad, por que antes que él -aún no hará un año- CEDADE ya hizo público su odio contra la fiesta. CEDADE y UCD por los mismos pasos. Qué curioso.

Pero si el gobernador no tiene nada contra la fiesta y se limita a cumplir lo legislado, es inexplicable por qué otra disposición del mismo rango del que ahora ha desempolvado no se aplica en la plaza de Barcelona en todos sus términos. Allí los caballos de los picadores salen con petos antirreglamentarios; allí han dado mucho que hablar las astas de las reses en determinados festejos; allí... Si es cumplidor, deberá cumplirlo todo.

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