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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

... y se renueva en Bolivia

EN BOLIVIA la dictadura trata de perpetuarse por encima de todos los obstáculos y aunque tenga que soportar la vergüenza internacional. Lo sucedido en el país desde la celebración de las elecciones generales, las primeras en siete años, rebasa las cotas permisibles de decencia política y de oportunidad histórica. Nadie se hacía muchas ilusiones sobre la calidad de los comicios en una nación veterana en golpes militares y en enjuagues con las urnas. Sin embargo, la esperanza de un tránsito pacífico hacia la democracia, por muy formal que ésta fuese, alimentado por las masas trabajadoras y por buena parte de la burguesía, recomendado -cuando no forzado- por el Banco Mundial y por Estados Unidos, parece haberse dejado para un quimérico mañana por la actitud del general Juan Pereda Asbun.Este general, delfín del presidente-dictador Hugo Banzer, posiblemente no habría necesitado una excesiva manipulación en los votos para alzarse con la nominación presidencial. Tanto Banzer como él daban por segura, en meses pasados, la certeza de la victoria y los amplios márgenes que en ésta lograrían. Pero si las altas instancias judiciales han decidido la nulidad de las elecciones ello quiere decir que el fraude ha sido evidente, descarado y total. Casi podría haberse adoptado la actitud, un tanto cínica, de recomendar a los autores del «pucherazo» discreción en la invención de votos y prudencia en la manipulación de los electores. Pero Banzer y Pereda no han sido capaces de prudencia o discreción, aunque también es posible que no estuviese en sus manos el utilizarlas porque el descontento del pueblo boliviano fuese ya tan grande que la posibilidad de sustituir su voluntad se mostrase difícil, pese al control total de los resortes administrativos del país. En este orden de cosas, es posible que en Bolivia la fatalidad histórica empujase al fraude electoral.

Sea como fuere, el general Pereda parece preferir la injusticia al desorden. De este modo se completa el circulo de dictadura, fraude electoral y nueva dictadura, para acabar todo ello en una pretendida defensa del orden frente al caos y la violencia y mediante palabras en las que pocas gentes ya creen y que tienen mínima aceptación en la escena internacional.

Aún es pronto para saber si la dictadura boliviana se consolidará en la persona del general Pereda o si se pro cederá a una nueva consulta electoral, obviamente la mejor solución y posiblemente la única viable. El proceso electoral ha creado una cierta ansiedad en el pueblo boliviano. La traición a esas expectativas y la desilusión despertada no hacen prever la fácil aceptación de una nueva etapa de poder autoritario. Siete años de dicttadura del general Banzer no autorizan a creer que en el país sea igualmente fácil la continuación de un estadio político que ha demostrado ante todos su avidez de poder y su corrupción. Las razones encubiertas de la dictadura boliviana han salido bruscamente a la luz, exhibiendo el juego turbio de unos personajes que sólo a sí mismos sirven.

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