Las minorías marginadas rechazan el texto constitunonal
El debate general sobre el proyecto de Constitución se inició ayer en el Pleno del Congreso con las intervenciones de cinco fuerzas políticas sin número sufiente de diputados para formar un grupo parlamentario. El republicano Heribert Barrera criticó duramente el procedimiento de elaboración de la Constitución y expresó su rotundo rechazo a la forma monárquica de Gobierno. Por su parte, Francisco Letamendía estimó decepcionante el texto constitucional no sólo para la izquierda abertzale, sino también para el PNV, sometido -dijo- a «chantaje moral». La oposición de Hipólito Gómez de las Roces fue dirigida fundamentalmente al consenso, y tanto Antón Canyellas como Emilio Gastón expresaron una conformidad general con el texto.
Barrera
El representante de Esquerra Republicana, Heribert Barrera, tras manifestar que el trabajo de la Comisión no mejoró el de la ponencia, declaró que el consenso es la negociación del sistema parlamentario y lo más contrario al consenso popular, por tratarse de una discusión clandestina y no democrática. Aseguró que la democracia verdadera no ha llegado y que continúan los métodos dictatoriales ejercidos ahora no por un hombre, sino por una oligarquía de partidos.
El diputado catalán manifestó que la Monarquía no puede concebirse sin devolver la soberanía a las naciones que integran el Estado español. «Como republicano, nacionalista y demócrata -dijo- no puedo estar de acuerdo con el proyecto constitucional.»
Estimó incompatible la Monarquía y la democracia, al menos en España y a pesar de las grandes cualidades de don Juan Carlos, que el señor Barrera no ocultó, pero que no justifican, en su opinión, lo que denominó «el singular florecimiento de convicciones monárquicas».
«Si estuviéramos en una democracia de veras -añadió- no habría tantos monárquicos.» Aludió a la necesidad de una consulta popular sobre la forma de ocibierno para que la Monarquía no se deba «al viejo dictador».
Por último, dijo que ser catalán no significa tener una voluntad separatista, pero que el Estado español no tiene por qué llevar consigo la existencia de una nación española y que, en todo caso, Cataluña no forma parte de la misma. «La soberanía la tiene el pueblo, pero no un pueblo en abstracto, el pueblo español, sino los pueblos de España. Cataluña tiene derecho a la autodeterminación. Si no se nos reconoce no haremos una guerra, pero no cesaremos en esta reivindicación.»
Canyellas
El democristiano Antón Canyellas manifestó en general el acuerdo con el texto constitucional, excepto en el artículo que regula la enseñanza. Pidió también que los tratados internacionales sobre derechos humanos, ratificados por España, tengan una jerarquía jurídica superior y que el texto constitucional recoja de modo más contundente la abolición de la pena de muerte.
Por último, solicitó que el Senado sea una Cámara de las regiones, pero partiendo no de las provincias, sino de las comunidades autónomas.
Gastón
El diputado socialista aragonés Emilio Gastón expresó su criterio de que las comunidades autónomas más pobres van a salir perdiendo y los desequilibrios aumentarán, de acuerdo con lo que establece el texto constitucional.
Finalmente, concilió una actitud favorable hacia el Rey con la defensa de una alternativa republicana federalista.
Gómez de las Roces
Hipólito Gómez de las Roces, diputado elegido por el Partido Aragonés Regionalista, expresó una posición muy dura contra el procedimiento de elaboración de la Constitución fuera de las paredes del Parlamento.
En todo caso expresó su deseo de no manifestarse en contra de la Constitución, perojustificó su actitud de no entusiasmarse por los resultados normativos obtenidos y, especialmente, por el tratamiento desigual para las diferentes regiones en la regulación de las autonomías.
Letamendía: "Todo está atado y bien atado"
El diputado de Euskadiko Eskerra, Francisco Letamendía, manifestó que para el sector del pueblo vasco que representaba, la izquierda abertzale, «todo está atado y bien atado» en lo que se refiere a la Constitución. Señaló que podrían haber aceptado una Constitución de todo el Estado siempre que estableciera unas libertades y mecanismos democráticos suficientes para su defensa, que valiera tanto para una sociedad capitalista como socialista y que estableciera el derecho de autodeterminación de las nacionalidades y, mientras tanto, su federación.
Estimó decepcionante el resultado obtenido en la Comisión, en donde numerosas enmiendas de los grandes partidos fueron retiradas y en donde se abrió el camino, en á artículo 50, a un estado de excepción encubierto, cuya primera víctima es el pueblo vasco.
Respecto a la Monarquía manifestó que no estaba legitimada de su vicio de origen por no haberse celebrado una consulta popular.
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