El informe de la OCDE
El consenso económico de la Moncloa entre los partidos políticos con representación parlamentaria ha facilitado mucho, este año, el trabajo de los expertos de la OCDE en la preparación de su informe anual sobre la economía española.Y es, me parece, que no había para menos. Si los economistas de los partidos políticos dieron el sí al programa de reforma y saneamiento del profesor Fuentes Quintana y sí el Fondo Monetario Internacional concedió trescientos millones de dólares por financiación compensatoria y primer tramo de crédito como respaldo a la política del Gobierno en busca del equilibrio interno y externo de la economía española, la visión ortodoxa de los expertos del Chateau de la Mette no podía, sino dar el tercer aprobado al programa desarrollado como consecuencia del pacto de la Moncloa.
Director del Centro de Estudios de Economía Internacional de Barcelona
Buena entrada, toros de Torrestrella, nobles aunque sosos. El Viti: pitos. Pitos. Paquirri: oreja protestada. Oreja. Armillita Chico: Oreja. Vuelta.
Bien es cierto que el aprobado no pasa de esto, pues para ir a nota el Gobierno debe lanzarse a nuevas acciones capaces de completar los efectos positivos que se atribuyen a la política económica seguida.
Porque, en efecto, si la Organización está de acuerdo en que el programa de estabilización -como, sin eufemismo, se denomina a lo que al sur de los Pirineos denominamos saneamiento y reforma- era la única vía posible a cuya sombra se han conseguido resultados satisfactorios en balanza de pagos y en lucha contra la inflación, la fragilidad de los resultados en cuanto a contención de precios y los costes sociales que hay que atribuirle en forma de desempleo no dan para echar las campanas al vuelo.
De hecho y a pesar de haber perdido una cierta convicción en sus propias creencias, la OCDE hace comentarios sobre líneas que querría ver reflejadas en los programas de acción económica del Gobierno.
Sin embargo, la OCDE no parece tener una alternativa global coherente que recomendar a las autoridades económicas españolas para evitar que una deflación demasiado prolongada tenga consecuencias graves sobre el empleo y el propio potencial de crecimiento a medio plazo de la economía española y para evitar, al propio tiempo, que un cambio en la moderadamente restrictiva política actual conduzca a deslizarse a cotas peligrosas de expansión que puedan poner en peligro los equilibrios conseguidos a fuerza de muchos sacrificios.
Resulta curioso constatar que aunque se hacen algunas recomendaciones finales -respecto, por ejemplo, a la necesidad de un nuevo acuerdo de política de rentas cuando concluya la vigencia del actual pacto de la Moncloa- se ha suprimido cualquier referencia a conclusiones en el índice del informe de este año. No deja de ser un auténtico ejercicio de modestia por parte de la OCDE respecto a la fiabilidad de sus sugerencias y el convencimiento de que no dispone de ningún modelo mágico alternativo que proponer.
No quiero acabar este breve y apresurado comentario al informe España-1978 de la OCDE, sin resaltar el olvido total que se hace de la petición de ingreso en las Comunidades Europeas que el Gobierno presentó a finales de julio de 1977. En todo el texto no se hace siquiera mención de la CEE y sí sólo a la cooperación económica internacional general en cuyo lado de cultivo -vía reanimación de la demanda de exportaciones y de turismo- la economía española puede encontrar una cierta ayuda para su propio desarrollo.
Si tenemos en cuenta que todos los partidos políticos han expresado su apoyo a la idea del ingreso de España en las Comunidades Europeas, el olvido -y no me ciega mi condición de presidente del grupo España de la asociación de antiguos stagiaires de las Comunidades Europeas- me parece imperdonable, pues las perspectivas de ingreso de España en la Comunidad tienen que condicionar fuertemente los procesos de inversión y reconversión a que se lance la economía española desde ahora.
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