Gran plante de subalternos, con veto a Victorino Martín
La corrida de ayer, penúltima de la feria de San Isidro, fue suspendida porque ninguno de los picadores y banderilleros anunciados compareció en la puerta de cuadrillas a la hora fijada para el comienzo de la misma. Estos, que permanecían encerrados en una de las dependencias de la plaza de las Ventas como protesta por la detención de José Márquez, hermano y picador de la cuadrilla de Miguel Márquez, fueron detenidos a su vez y trasladados en un furgón de la policía a la Dirección General de Seguridad. En rueda de prensa celebrada a las nueve de la noche, el gobernador civil de Madrid, Juan José Rosón, manifestaba a los periodistas que el reglamento taurino debe cumplirse a rajatabla en todo su contenido y también, por tanto, en lo que se refiere a las dimensiones y peso de los petos, que es la causa desencadenante del conflicto. Sin embargo, en reunión posterior con representantes de la Agrupación de Subalternos, que terminó sobre las 10.30 de la noche, prometió que sería estudiada la reforma del artículo que trata dicho tema.
Como se recordará (véase EL PAIS de ayer), los picadores que intervinieron en la lidia de los toros de Victorino Martín fueron detenidos al terminar el festejo por haberse negado a utilizar los petos reglamentarios, pese a la orden expresa en contrario de la autoridad. Ayer por la mañana, durante la sesión de reconocimiento de la corrida de Pablo Romero, los subalternos que debían actuar por la tarde alegaron que no comparecerían si no eran puestos en libertad sus compañeros detenidos y si la autoridad denegaba el permiso para utilizar petos con manguitos, que son antirreglamentarios. Tras numerosas discusiones y una reunión, a puerta cerrada, de estos toreros con el presidente de la corrida, comisario Tomás Mingüens, y la empresa, aquéllos parecieron acceder, en principio, a utilizar el peto reglamentario, pero la condición de que sus seis compañeros fueran puestos en libertad continuó inamovible.
A partir del mediodía, cinco de ellos eran puestos efectivamente en libertad y quedaba detenido el picador José Márquez, pues según la autoridad había proferido insultos graves contra la misma. La situación de Márquez mantuvo la postura de los subalternos, y hacia las seis menos cuarto de la tarde llegaban al patio de arrastre de la plaza unos sesenta toreros de esta categoría, al frente de los cuales iba Miguel Márquez (hermano del picador) con su cuadrilla. Su intención era encerrarse en las dependencias del coso para sumarse a la protesta por la detención del picador.
Mientras tanto, el público, en gran parte ajeno a cuanto ocurría entre bastidores, acudía a la plaza a presenciar el festejo, y a la hora fijada para su comienzo aquélla registraba una gran entrada cercana al lleno. A las siete y un minuto, el presidente daba la señal de comienzo del espectáculo y se efectuó el despeje por los alguacilillos. Llegados a la puerta de cuadrillas, ésta tardó en abrirse y sólo pisó el ruedo el director de lidia, Dámaso González, con el capote perfectamente liado para el paseíllo, quien hizo señales al palco de que no habían comparecido los subalternos. Poco después se sumaron a dicho espada los otros dos del cartel, José Luis Galloso y Manolo Arruza, quienes hicieron los mismos gestos.
Las cuadrillas, detenidas
Hubo unos instantes de confusión, palmas de tango, conatos de protesta, mientras el público permanecía expectante, los toreros y los alguacilillos frente a la puerta de cuadrillas y el presidente, en el palco, escribía en una gruesa agenda. A las siete y cuarto se anunció por los altavoces que a causa de la incomparecencia de las cuadrillas quedaba suspendida la corrida. Hubo entonces grandes gritos de protesta y lanzamiento de almohadillas y botes de cerveza, pero pasados unos minutos se serenaron los ánimos y el público abandonó las localidades en perfecto orden. Los comentarios, sin embargo, eran de serio disgusto por lo sucedido, y el más extendido, que mientras el día anterior se había, producido en el ruedo un espectáculo memorable que hacía afición, esta inesperada suspensión era como provocar que el público no vuelva a las plazas.
Fuerzas de la Policía Armada, por orden del presidente, detuvieron a los picadores y banderilleros que no habían comparecido, los cuales fueron conducidos en un furgón a la DGS, donde quedaron detenidos. Mientras tanto, los compañeros de estos toreros, que habían llegado a la plaza acompañados por Miguel Márquez, iniciaban un encierro voluntario en el patio de caballos.
Según ha podido saber EL PAIS, ,en la mañana del martes el ganadero Victorino Martín, cuyos toros se iban a lidiar por la tarde, recordó a la autoridad la obligatoriedad de que los caballos de picar salieran con los petos reglamentarios. El presidente de la corrida le tranquilizó, dándole a conocer que en corridas anteriores se habían impuesto multas por este motivo: No obstante, el presidente y su delegado procedieron a inspeccionar y precintar los petos reglamentarios, con los cuales salieron los caballos por la tarde, durante el paseíllo.
Sin embargo, en la cuadra quedaron, en reserva, dos caballos, atalajados con los petos ilegales, y éstos fueron los que se utilizaron para picar el primer toro. La autoridad exigió entonces a los picadores que se sometieran a lo reglamentado. Estos se negaron en redondo, con la amenaza de que si se les obligaba a utilizar los petos legales no volverían a salir a la plaza. Siguió la corrida y al final de la misma se procedió a la detención de los seis picadores,
La actitud de Victorino Martín produjo que los subalternos encerrados durante la tarde de ayer en las dependencias de la plaza acordaran por unanimidad no torear absolutamente ninguna corrida de este ganadero indefinidamente.
Picaresca de los manquitos
A las nueve de la noche de ayer, el gobernador civil, acompañado por el jefe superior de Policía, señor Pastor, y por el presidente de la corrida de la tarde, comisario Mingüens, celebró una rueda de prensa en la que explicó lo que denominaba la picaresca de los manguitos (elementos que se añaden al peto reglamentario), que se habían impuesto sanciones de 50.000 pesetas para cinco de los seis picadores detenidos el día anterior, conforme a la ley de Orden Público, y que habría más para los subalternos detenidos horas antes. El jefe superior de Policía se mostró partidario de mayor fuerza en las sanciones del reglamento taurino, pues, por ejemplo, las que se refiere en al caso del manguito son de mil pesetas.
Terminada la rueda de prensa, Juan José Rosón se reunió con representantes de los toreros, durante una hora aproximadamente. Estos salieron relativamente satisfechos de la entrevista y se dirigieron inmediatamente a la plaza de toros, donde indicaron a sus compañeros que permanecían allí que abandonaran el encierro, y les convocaban a una asamblea general, que tendrá lugar en la mañana de hoy. Parece ser que en la reunión antes mencionada, el Gobernador civil prometió que se estudiará la reforma del artículo del reglamento que se refiere a los petos y que serán puestos en libertad todos los toreros detenidos, aunque tendrán fuertes sanciones.
En medios taurinos existe la creencia de que ningún subalterno volverá a vestirse de luces si no se levantan dichas sanciones; que es firme la decisión de los picadores de no volver a actuar con petos reglamentarios y que el veto a Victorino Martín será efectivo, pues se unirán matadores.
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