Iceberg: la madurez del "rock" español
Dentro de unos días aparecerá el último elepé de Iceberg, un álbum en vivo para cuyo logro han tenido que transcurrir casi diez años de subdesarrollo en el rock español.Iceberg se formó en 1974 reagrupando a algunos de los mejores músicos de nuestro país. Todos ellos tenían una gran experiencia a sus espaldas, todos ellos habían conseguido malvivir de la música refugiándose en galas veraniegas, acompañando a rockers de discoteca, y en menos medida colaborando en grabaciones como músicos de sesión. No es un historial extraño; la puesta en alquiler de las capacidades no creativas de nuestros músicos ha venido siendo la tónica dominante desde hace mucho tiempo, por no decir siempre.
Iceberg grabó al poco tiempo de su unión, gracias a que Joan Manuel Serrat tuvo a bien producirles un elepé. Sin embargo, Tuthankamon (ése era el nombre) tardó muchos meses en encontrar una empresa dispuesta a editarlo. Tuvo que ser Alain Milhaud (Bravos, Pop Tops, Canarios, María del Mar Bonet, Hilario Camacho) la persona que más allá del disco, viera las posibilidades del grupo.
Tuthankamon no era un trabajo convincente. Cantado mitad en castellano, mitad en inglés, parecía la espuma de una botella de champán descorchada violentamente. Muchas ideas poco coherentes que, sin embargo, resultaban una vez llevadas a la práctica. Iceberg era el grupo en vivo por excelencia y ya desde el principio comenzó a surgir a su alrededor una inacabable polémica acerca de su validez y/o su presunta frialdad.
El siguiente elepé fue Coses Nostres, basado por completo en armonías flamencas y una vez que Angel Riba, el cantante, había abandonado el grupo.
Este último hecho denunciaba lo que iba a ser desde entonces la línea de Iceberg, cada vez más decantados hacia el jazz rock. Sus actuaciones (para las cuales contaban con un gran equipo, fruto más que nada de sus muchos años de trabajo oscuro) mostraban un grupo con dos instrumentistas geniales: Max, a la guitarra, y Kitflus, a los teclados, gente que nada tiene que envidiar a la mayoría de los anglosajones. Primi, al bajo, es un hombre de una pulsación perfecta y Jordi, el batería, pasaba por aquellos momentos por una crisis que le mantenía algo descontrolado y confuso, aunque brillante (es ahora en este En Directo donde Jordi vuelve a demostrar que junto a Santi Arisa y José Antonio Galicia es el mejor batería de España).
Su siguiente elepé, Sentiments, progresaba en la línea de Coses Nostres afinándola y puliéndola, pero se hacía evidente que el grupo tenía que evolucionar so pena de repetirse. En estas condiciones se lanzan en 1978 a una gira por todo el país, cuyos antecedentes sólo se encuentran en Canarios y este mismo año en la Companyia Electrica Dharma y Siva, que con Iceberg forman la trilogía de nuestros grupos estrellas. En ella se graba En Directe, un álbum en el cual Iceberg da un fuerte cambio a su música, pasando de ritmos complejos tipo 11/8 ó 7/4 a otros más cuadrados, más funky en definitiva. Las características de las cuatro piezas que lo componen son semejantes: introducción, desarrollo del tema, improvisaciones alternadas entre guitarra y teclados, vuelta al tema principal y final. Lo original en Iceberg, aparte de su sonido, basado en los unísonos de Max y Kitflus, son los cortes abruptos, que en medio de cada pieza suelen introducir temas secundarios que se diferencian rítmica y melódicamente del principal.
En Directe, apenas refleja al público, de hecho se limita a mostrar algunos gritos tipo, que podían haber salido de un disco de efectos. Esto, unido a la perfección del sonido, puede hacer pensar que es un inteligente montaje, pero no es así. Escuchándolo se nota con facilidad la falta de retoques típicos del estudio. Un gran álbum, un estupendo álbum, que además de su valor intrínseco representa la mayoría de edad definitiva de nuestra música.
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