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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Sobre el cementerio atómico de El Cabril

En la última página de EL PAIS del 7 de marzo se publicó un informe de don Santiago Cuevas titulado «El cementerio atómico de El Cabril, sospechoso de radiactividad». Como este artículo, según mi opinión, muestra carencia de información comprobada, hay evidentes faltas a la verdad y se vierten veladas acusaciones contra mi actuación, solicito, a título personal y en uso al derecho de réplica, la publicación de las siguientes aclaraciones:1. En primer lugar ni mi nombre ni mi cargo son correctos. No existe el título de director de la JEN en Extremadura y Andalucía.

2. El mecánico don Francisco Mena Santiago padecía una cirrosis hepática diagnosticada desde hacía largo tiempo y murió, según el certificado de defunción, de coma hepático. No aparece la enfermedad del páncreas en parte alguna.

3. Los servicios médicos de la JEN nada han tenido que ver con este caso. El mecánico citado sufrió el día 8 de diciembre, día festivo, un ataque agudo, por cuyo motivo su médico de cabecera de la Seguridad Social ordenó su ingreso en la Residencia de la Seguridad Social de Jaén, por enfermedad común. Desde el primer momento, pues, la Seguridad Social asumió la total responsabilidad, sin compartirla con nadie, como es lógico.

4. Es, pues, falso que dos días antes de morir, su médico, el doctor Rebollar -que no quiere saber nada con los periodistas-, le anunció que le trasladarían a una sala normal. En primer lugar, el doctor Rebollar no es el médico del fallecido ni de la fábrica de uranio y ni siquiera reside ni ha estado en Andújar recientemente. Por otro lado, ningún médico de empresa tiene autoridad para decidir lo que hay que hacer con un enfermo internado en una residencia de la Seguridad Social.

5. Es falso que la viuda haya firmado un pliego en el que se asegura que la muerte de su marido no está relacionada con la radiactividad.

6. No es cierto que por mí y las demás personas mencionadas se alertara a Madrid, ni tampoco que por orden de Madrid se hicieran rápidas gestiones sobre la viuda. No se hizo nada fuera de lo habitual en estos casos, que consiste en la prestación gratuita de ayuda a los familiares para la petición y preparación de la documentación para la Mutualidad. Esta ayuda se presta de forma rutinaria y sin intervención de autoridad superior, por la sección de personal de la fábrica. Sobre la rapidez, tengo que decir que el fallecimiento ocurrió el 14 de diciembre, y la firma de la documentación no tuvo lugar hasta el 10 de enero.

7. El segundo muerto mencionado, «para no alargar más la lista de fallecidos», don Miguel Rico Fernández, fue atendido en todo momento por enfermedad común por la Seguridad Social. De modo que son absurdas y no sé qué pretenden dar a entender las afirmaciones de que «un médico de la JEN, sabiendo que tenía cáncer en la sangre, le daba de alta y baja alternativamente ».

8. De los antecedentes del caso, que obran en nuestro poder, estuvo continuamente de baja por ILT desde el 5-5-70 hasta el 19-11-70, fecha de su fallecimiento. Anteriormente tuvo otros dos períodos de larga enfermedad por lesión mitral. En parte alguna aparece el diagnóstico de cáncer en la sangre. Solamente en el último período se le detectó un cáncer que, según el certificado de defunción, era un linfosarcoma vertebral.

9. No existe evidencia alguna que relacione estas dos muertes con la radiactividad y el uranio. Las dosis de radiación recibidas por estas dos personas, registradas por sus dosímetros personales y archivados en la JEN, fueron inferiores siempre, no sólo a las dosis máximas admisibles para las personas profesionalmente expuestas, sino también a las admisibles para miembros del público en general, que están fijadas en quinientos mili-Rems / año para dosis corporal.

10. No hay referencia en la literatura científica universal que relacione el cáncer de la sangre y el Enfosarcoma con el uranio natural y, mucho menos, la cirrosis, que nada tiene que ver con la radiactividad.

Las dosis de radiación necesarias son tan elevadas para los dos primeros casos que son materialmente imposibles de producir con un elemento tan débilmente radiactivo y baja toxicidad radiactiva, como es el uranio natural.

Jefe de la División de Producción de Uranio de la Junta de Energía Nuclear.

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