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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Salario mínimo en Canarias

Ante todo quiero agradecer la dedicación que ese diario ha dispensado a nuestro archipiélago canario, contenida en los numerosos artículos insertados en él. Sus grandes muestras de hermandad han fortalecido nuestras esperanzas. Esa manifestación de acercamiento moral era desconocida para nosotros. Sin embargo, mientras la prensa nacional pone el grito en el cielo en demanda de la españolidad del archipiélago canario, los propios habitantes de estos peñascos permanecemos indiferentes, como si el asunto no fuera con nosotros. Cuando otras regiones celebran gozosas la llegada de la preautonomía, nosotros permanecemos sin manifestar el menor regocijo.Parece como si estuviésemos insensibilizados a cuanto nos rodea. Pero todo tiene su justificación. En primer lugar, creemos que nuestra situación no puede empeorar más de lo que está. Y en segundo lugar, que nada puede remediar nuevas formas de autogobierno dentro de viejas estructuras. Concederle la preautonomía a Canarias en estos momentos es como regalarle unos zapatos nuevos a un desgraciado que acaba de perder sus piernas. Entre otras, éstas son las causas de nuestro escepticismo. Superable únicamente a la vista de los hechos. Pero, lamentablemente, los hechos en Carias corresponden a un pasado lejano. Su autor el entonces ministro de Hacienda y Comercio don Juan Bravo Murillo, ha sido el único en contemplar con toda objetividad lo que significaba vivir aislados y sin recursos. Nadie como él ha sabido aplicar las medidas adecuadas a nuestras peculiaridades. Su acertado real decreto ley ha quedado reflejado, con las reiteradas ratificaciones, a través de los 126 años de vigencia. Su gloriosa llegada era recibida con júbilo, un radiante día de verano. Llegaba a tiempo de salvar a las islas de naufragar en la grave miseria en que estaban inmersas. Fue a partir de entonces cuando a los canarios se les abrieron las puertas de entrada y salida a todas las latitudes. Se le facilitaron los medios para emprender -libres del peso de los impuestos-, el inicio ascendente de una ansiada economía. Los canarios no olvidarnos el trato recibido en uno y otro tiempo. Lo que ayer fue una justa consideración a nuestras peculiaridades hoy se ha convertido en una carga insoportable. La entrada de mercancías procedentes de la madre patria, se supone un 50% de su valor, entre impuestos y fletes. Y para colmo, hasta los fletes tienen impuestos. ¿Cómo puede vivir un obrero canario con las cargas aludidas y un salario establecido para la Península? ¿De qué manera podemos alcanzar los canarios el nivel económico y social de los demás españoles? Pretender obtener contestación a estas interrogantes es como intentar viajar en tren de las islas a Madrid. Lamentablemente, para los que dependemos del salario mínimo, el claro horizonte canario se nos torna muy oscuro. Las nubes que forman las altas cifras de obreros parados no nos dejan ver el bosque, ni a la OUA ni a la OTAN.

Esperemos que el viaje del señor presidente del Gobierno a las islas recoja vivencias reales de nuestra grave situación y ponga remedio a la compleja insularidad.

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