La Democracia Cristiana rechaza el canje de Aldo Moro
Aldo Moro no será canjeado por los quince miembros de las Brigadas Rojas que ahora están siendo juzgados en Turín. La Democracia Cristiana, el partido que preside el señor Moro, rechazó ayer esta propuesta en un comunicado muy breve, pero firme (sólo veinticinco líneas mecanográficas de literatura densa y seca), publicado ayer en el diario Il Popolo, órgano oficial del partido. Por otra parte se ha sabido que la esposa de Aldo Moro ha recibido una carta del secuestrado.
La posición de la Democracia Cristiana es la de defensa a ultranza del Estado democrático, suceda lo que suceda. Cualquier signo de debilidad no sólo perjudicaría a las instituciones italianas, sino al propio Aldo Moro, quien seguramente se vio forzado por sus secuestradores a transmitir otras exigencias.
La tentación de canjear al presidente de la Democracia Cristiana era realmente peligrosa. Aceptarla habría significado un enfrentamiento entre la magistratura italiana totalmente independiente en sus actuaciones, y un Gobierno al que la Constitución no le concede poderes discrecionales de esta índole.
Los partidos políticos representados en el Parlamento han acogido con satisfacción esta respuesta firme de la Democracia Cristiana, y sus portavoces subrayan que en este punto la DC, aun privada de su cabeza pensante más notable, Aldo Moro, ha estado a la altura de las circunstancias. Los partidos no sólo son solidarios, sino que han hecho saber que están dispuestos a un encuentro en la «cumbre». En el secuestro del señor Moro, argumentan, se juega el porvenir de la República italiana.
Por lo demás, siguen los comentarios sobre la autenticidad de la carta enviada por el presidente de la DC a su correligionario Francesco Cossiga, ministro del Interior. Y, sobre todo, continúan, los análisis sobre sus posibles consecuencias. En el primer punto no hay dudas, es la letra del presidente democristiano.
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Dura negativa de la DC italiana al canje propuesto por las Brigadas Rojas
(Viene de la página primera.)No obstante, existen varios pasajes que no corresponden con el estilo del secuestrado, que parecen dictados a la fuerza. Por ejemplo, el argumento de determinados párrafos guarda cierto parecido con una carta similar, escrita en abril del año pasado por el juez genovés Mario Sossi, que estuvo más de un mes en una «cárcel popular» de las Brigadas Rojas. Como quiera que sea, aunque esta carta la haya escrito por la fuerza, o drogado, el comentario más generalizado es que con ella Aldo Moro se ha jugado su futuro político. Pero esa idea no aparece en letra impresa, porque, lo mismo que los partidos, solidarios en este punto con la actuación de la directiva democristiana, los periódicos italianos han adoptado la táctica, quizá sin proponérselo, de no echar más leña al fuego.
Técnica del golpe de Estado
Sorprende ver cómo el secuestro de un dirigente político de primera fila ha paralizado prácticamente la maquinaria del Estado italiano, ha identificado tanto a partidos políticos tan diferentes y ha sembrado el terror (el término parece exagerado, pero no lo es) entre la opinión pública.
Carzio Malaparte, si viviera, tendría que añadir un capítulo má a su libro Técnica del golpe de Estado. Porque el secuestro del pasado 16 de marzo, cualquiera que sea su desenlace, por ahora imprevisible, ha representado un autentico golpe de Estado, aunque de características muy diversas las descritas por Malaparte. Hace dos años, cuando las elecciones legislativas, en las que el Partido Comunista consolidó sus posiciones y se consagro como partido alternativo a la Democracia Cristiana, los italianos vivían un momento de euforia que les permitía decir que su país era «la democracia más democrática de Europa». Ahora piensan que es como un castillo de naipes que puede caer al primer soplo.
Sobre el posible paradero del señor Moro no se tiene la menor pista, aunque los últimos indicios apuntan a que esté en Génova o en sus cercanías. Pero incluso estas sospechas (la copia de la carta del secuestrado apareció en la citada ciudad dos horas antes que en Milán, Turín y Roma) hacen temer que las Brigadas Rojas pretenden atraer la atención y distraer efectos policiales hacia Génova.
Carta de Moro a su mujer
Por otra parte, hasta ayer no se supo que Aldo Moro envió una carta a su mujer, junto a la ya conocida que iba dirigida a Francesco Cossiga. Esas dos cartas fueron confiadas a una persona muy próxima al hombre político secuestrado, y esto significa que las Brigadas Rojas, aparte de utilizar a los periódicos para la propaganda de su acción, han conseguido incluso abrir un canal de comunicación directa con las personas más vinculadas a su rehén.
Por lo demás, el país sigue en tensión, con puestos de control en las carreteras y los presagios más pesimistas. El estado mayor policial, puesto en pie, con el que colaboran expertos de la República Federal de Alemania y del Reino Unido, confía en que una organización tan ramificada como parecen ser las Brigadas Rojas, capaces de distribuir comunicados simultáneos en cuatro puntos diversos de Italia y de enviar una carta en mano a la señora Moro, acabarán por cometer algún error que sirva de cabo para llegar al ovillo.
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