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Premio internacional de ecología para César Manrique

César Manrique, polémico responsable de la mayor parte de las realizaciones paisajísticas que se han llevado a cabo en la isla canaria de Lanzarote, acaba de recibir en la República Federal de Alemania un premio internacional de ecología, que antes que a él, en años sucesivos, le había sido concedido al ministro alemán de Economía, y al profesor suizo Krippendorf, catedrático de la Universidad de Berna y profesor de turismo y autor del libro Devoradores del paisaje.

El Premio Internacional de Ecología lo recogió César Manrique antes de trasladarse a Madrid para asistir a la inauguración de su exposición de pintura, abierta desde ayer en la galería Theo.

Su estancia madrileña la ha aprovechado el artista lanzaroteño para visitar al ministro de Cultura, Pío Cabanillas, y ofrecerle la idea de celebrar en Lanzarote un congreso internacional de ecología y del arte de vivir, que podría celebrarse a finales de año con motivo de la inauguración del centro audiovisual de los Jameos del Agua.

Los organizadores del premio de ecología que le ha sido concedido ahora a César Manrique destacan en el documento elaborado para justificar el galardón que el artista canario contribuyó decisivamente a la conservación y a la transformación de la estructura natural de la isla, «fomentando y respetando los cánones de la arquitectura típica del lugar».

César Manrique afirma que para salvar el equilibrio ecológico, que en su tierra está siendo destrozado ahora por la acción de empresas de carácter estatal, «es precisa la creación de equipos de expertos cuya primera acción tendría como objetivo la detención de la especulación del suelo». En Lanzarote, señala Manrique, empresas como Unelco, encargada del tendido y el abastecimiento eléctrico, olvidan la rentabilidad a largo plazo del paisaje isleño y han llenado de cables los pueblos, en lugar de emplazar ese entramado bajo tierra. «No hay quien aconseje en serio al Estado sobre lo que debe hacer para no destrozar el patrimonio paisajístico que va quedando.»

César Manrique asegura que él llego a Lanzarote, después de pasar cuatro años en Nueva York, cuando se cernía sobre la citada isla la sombra de los especuladores. «Gracias a lo que se pudo hacer desde entonces, Lanzarote es hoy el único lugar del mundo en el que no ha sido posible colocar una sola valla publicitaria. Los primeros que tuvieron que ser mentalizados fueron los habitantes de la isla. Creo que esta necesidad es común en todas partes. Pienso que es absurdo que el hombre se permita contaminar todo lo que halla a su paso y tenga hasta el Atlántico, que es tan inmenso, en peligro constante de contaminación. Lo que nosotros logramos en Lanzarote no puede ser una excepción.

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