España, entre los favoritos para el Oso de Oro
Hoy se clausura el Festival Internacional de Cine de Berlín, sin que haya surgido, a la espera de las últimas proyecciones, la película definitiva que se lleve el Oso de Oro. La cinematografía mundial, con dificultades económicas en su industria, acusa un cierto cansancio en su expresión artística, aunque presente productos bien realizados sin llegar a anticipar nuevos caminos al cine. En la presente edición, el comité de selección del festival no pudo encontrar muestras válidas entre las últimas producciones realizadas, por ejemplo, en Francia y Gran Bretaña. En la quiniela de los premios pueden figurar películas presentadas por Brasil, Japón, República Federal de Alemania, España e Italia.
En gran parte de las películas a concurso los temas propuestos insisten en rescatar hechos significativos de la historia de cada país que tienen una vigencia para el espectador actual. El primer largometraje de la japonesa Sachiko Hidari, Toi Ippon no michi, narra la historia de los ferrocarriles japoneses a través de la evolución de una familia, esquema que incluye los cambios introducidos con la llegada de la tecnología y la formación de los sindicatos. La situación de los trabajadores del ferrocarril es la cara opuesta de los pasajeros que lo utilizan. La versión sofisticada de lo que ocurre fuera de las vías está expresada en Rheingold, de Niklaus Schilling, presentada por la República Federal de Alemania, un recorrido del tren Oro del Rhin por las leyendas de su paisaje y triángulo desesperado en un departamento.Si el imperialismo americano deja su marca en todos los países que ocupa, Israel parece mostrarse orgulloso de su colonialismo cultural, al menos en las imágenes de Eskimo limon, de Boaz Davidson, una versión calcada de American graffiti en el Tel-Aviv de los años cincuenta, con sus majestades Elvis Presley y James Dean presidiendo los problemas de la adolescencia.
Con El brigadista, de Octavio Cortázar, se exalta uno de los aspectos más positivos de la revolución cubana, la alfabetización de la población a cargo de 100.000 estudiantes, en el tono didáctico que es habitual en el cine cubano.
En Flores de papel, del mexicano Gabriel Retes, aquellos Olvidados de Buñuel dejan de ser pasivos para convertirse en los Invasores de la burguesía. Basada en la obra teatral de Egon Wolff, la película se desarrolla en un ambiente mágico que, en opinión de su director, expresa un mayor enriquecimiento conceptual que el comportamiento realista. Su intención es resaltar la respuesta del lumpen proletariado en América Latina. Una sorpresa formal ha significado, la participación de la India con Los jugadores de ajedrez, de Satyajit Ray, en su amplia filmografía, una lúcida meditación sobre el juego del poder en el reparto colonial inglés.
Las películas presentadas en secciones especiales tienen en el festival su lugar de lanzamiento, como ocurrirá hoy con el estreno europeo de Encuentros en la tercera fase, de Steven Spielberg. Australia se decidió con un precatastrofismo, La última ola, de Peter Weir, que se acerca a los fenómenos extrasensoriales de los aborígenes que viven en la gran ciudad. Italia sigue buscando los orígenes del fascismo en El prefecto de hierro, de Pasquali Squittieri, con Giuliano Gernma, Claudia Cardinale y Francisco Rabal, en una combinación western, con la mafia siciliana y la ascensión de Mussolini. Lina Wertmuller, en La noche bajo la lluvia, enfrenta los carácteres de una pareja italo-americana en la comedia interpretada por Giancarlo Giannini y Candice Bergen. Es peligroso asomarse al exterior es el título irónico de Bogdan Zizic para desarrollar la tragedia de los yugoslavos que emigran a Alemania.
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