También esta semana

Se ha iniciado la semana con una variada presentación de libros de arte. De hecho tendríamos que remitirnos a la anterior (aunque la exposición siga en la presente y otras venideras) para dar noticia de la obra Poemas para mirar, debida al poeta cubano Carlos Franqui y expuesta en la galería Celini (Bárbara de Braganza, 8). Consta el libro de diecinueve poemas ilustrados con otros tantos aguafuertes y una selección de dibujos originales de Joan Miró, Calder, Adami, Tapies, Rebeyrolle y Jorge Camacho. Poemas para mirar, en los que, de acuerdo con José Angel Valente, prevalecen aquellos valores de rigor y libertad imprescindibles en la peculiar escritura y en la historia misma del revolucionario Franqui. La galería Rayuela (Claudio Coello, 19) nos ofrece la primicia de una exposición de acuarelas de Fernando Zóbel: leves manchas de un ocre fundamental y evanescente que se acentúa en el centro, se disuelve en el resto de la superficie y termina por engrosar el enmarcado de cada una de las composiciones, sin otra indicación formal que la fugacidad de una línea, digamos, estratégica. Con motivo de esta muestra, Ediciones Rayuela presenta, dentro de su colección Fábula y Signo, la obra titulada Zóbel-Acuarelas. Indiquemos, en fin, que el crítico José Corredor Matheos hizo, ayer, la presentación de un libro sobre Millares, en la galería Juana Mordó (Castelló, 7).

Exposición en verde

Lo que falta es lo que, por su propia ausencia, más incita el deseo. Basados o no en la libre interpretación del dicho platónico, ocho artistas españoles, constituidos en colectivo, nos regalan un espectáculo poco habitual en los menesteres del ramo, bajo el significativo título Exposición en verde: un verde a raudales, que impregna el ámbito mismo de la exposición y cuanto en ella se aclimata e incita nuestro mirar. Todo aquí se tiñe de verde (la pared, el plástico, la caja de cerillas, la máquina de escribir, la estructura tubular, la añoranza vegetal, la silla, el alimento, la mesa...), de ese verde vital, exigido unánimemente por los ecólogos o simplemente soñado (deseo, tal vez, de un deseo) por el ciudadano común (Centro de Divulgación Cultural Juana Mordó. Princesa).

En las salas de la Dirección General de¡ Patrimonio Artístico (paseo de Calvo Sotelo, 22) cuelga Luis Garrido sus últimos tapices, en cuya trama, y merced al conocimiento esmerado de ambos oficios, se hace difícilmente delimitable dónde concluye la labor de un pintor bien dotado y se inicia el quehacer de un tejedor de altos vuelos. La galería Kreisier Dos (Hermosilla, 8) abre sus puertas a los enigmáticos y sencillísimos paisajes de Francisco Molina, reducidos, los más de ellos, a la sugerencia geométrica del horizonte, al tránsito gozoso de una nube, al trazado oblicuamente lineal de la lluvia, a la insensible ondulación de la hierba... y a la efusión de un cromatismo universal e inmediato como el de un rnapa.

Evocaciones

Telas sabiamente rasgadas, continentes de metacrilato con contenidos de aspecto medieval, irónicas sugerencias de técnicas y vehículos (tablas, papiros, signos...) de un ayer remoto, evocaciones premeditadas del arte de dibujar, tal cual lo ejercieron los maestros del Renacimiento y los ilustradores de la actividad científica..., componen el entorno y el medio en que Gerardo Aparicio hace morar, con un guíño bonancible, a sus variopintas criaturas, recién llegadas de la región del sueño (Galería Egam. Villanueva, 29).

Nacida en Washington y primordialmente educada en Norteamérica, Janet Baldi ha cultivado, a lo largo de su no dilatada carrera, el arte de pintar y el de esculpir. A lo uno y lo otro atienden los cuadros y objetos que por estos días exhibe en la galería Kandinsky (Alfonso XII, 42), viniendo a ser sus collages (lo mejor, sin duda, de lo expuesto) algo así como una síntesis de su doble dedicación.