El frenazo de los presupuestos
No quiero deslizarme por el fácil terreno de la crítica inoperante -y bizantina, en estos momentos- de considerar al Senado como una institución inútil. Pero sí denunciar un hecho que no contribuye al aumento de los fervores ciudadanos por dicho órgano representativo.La Alta Cámara ha devuelto los Presupuestos Generales del Estado a la Comisión correspondiente para que estudie y proponga las enmiendas pertinentes a las diversas partidas y capítulos de los Presupuestos. Se cura en salud diciendo que el retraso de un mes en esta aprobación no va a modificar la estructura de tales Presupuestos, inmodificados en el propio Congreso, pese a las razonadas protestas de los diputados más progresistas. Entonces, ¿para qué sirve este parón? Si la composición del Senado hace difícil, diríamos que imposible, que prospere la tesis de los izquierdistas e independientes -promotores de esta «congelación» pro debate senatorial- en el Pleno de la Alta Cámara a la hora de «mejorar» los Presupuestos, ¿no resulta, por tanto, un incordio casi estéril este frenazo temporal? Si la táctica de los partidos es presionar, pactar, contradecir, etcétera, lo que la Oposición en el Poder le propone, hágase en buena hora, pero no cuatro días antes de la fecha de comienzo legal de utilización de esos Presupuestos. Muchos centenares de miles de personas y multitud de empresas y organismos están pendientes de la aprobación de esos Presupuestos, y no pueden ni deben ser pospuestos porque a unos respetables senadores les dé, inoportunamente, por quemar salvas en unas discusiones sobre dichos documentos, que en el mejor de los casos sólo servirán para que todos recordemos que «con el Senado hay que contar... en el futuro»: cuando los poderes fácticos y parlamentarios (las mayorías del Congreso) le otorguen beligerancia.
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