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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La decadencia de la burguesía catalana vista por Villalonga

En el seno de una aristocrática familia, José Luis de Vilallonga nace en Madrid, en una fecha, que debe estar situada hacia finales de los años diez, pero que una cierta coquetería le hace eludirla en las recientes ediciones castellanas de sus obras, aunque posteriormente es educado en Barcelona. A pesar de sus tendencias liberales, las ideas monárquicas de su familia le llevan a combatir como oficial junto a los insurrectos durante la guerra civil, pero una vez finalizada y vistas sus funestas consecuencias, no tarda en exilarse.Primero pasa unos años en Argentina, donde se dedica a la cría caballar, y, posteriormente, se establece definitivamente en Francia, donde entra en contacto con la denominada Nouvelle vague cinematográfica en el momento de su aparición. Esto le lleva a trabajar como actor y tener una destacada participación como secundario en películas tan conocidas como Les amants (1958), de Louis Malle, y Cleo, de cinco a siete (1961), de Agnes Varda; en las que incluso llega a establecer un tipo característico, mezcla de correcto galán maduro y educado intelectual. Su mejor actuación y la que fija definitivamente su tipo, la hace de la mano de Federico Fellini, al dar vida a un apuesto caballero español, que es uno de los amigos de Giulietta, que prepara con habilidad una sangría y que dice algunas palabras en castellano entre medias de los diálogos italianos, en Giulietta degli spiriti (1966).

Allegro barbaro, José Luis de Vilallonga

Plaza & Janés, editores. Barcelona, 1977.

Pero antes que nada, José Luis de Vilallonga, es escritor, no el articulista que publica diatribas en la revista Lui, contra la familia Franco, en general, y contra el marqués de Villaverde, en particular que finalizan en simbólicos juicios, sino un escritor interesante que escribe en francés y cuya obra ha estado prohibida durante muchos años, tal vez por la ironía que sus mejores novelas -a la cabeza de las cuales se sitúa Allegro barbaro- encierran contra el general Franco. Concretamente, en la página 153 de ésta, rememora un encuentro entre Alfonso XIII y el general Franco en los siguientes términos: «Era un hombre pequeño, moreno, silencioso y frío como un jamelgo y que sólo se animaba cuando el monarca le dirigía la palabra. Enderezaba entonces su pequeña figura y daba un taconazo con la cara iluminada por una sonrisa sumisa, los dientes muy blancos bajo el fino bigote negro, cuidadosamente recortado. Hablando de él, el Rey decía siempre: «Franquito es un gran tipo. Es más monárquico que yo.»

Publicada originalmente en francés, en 1967, y sólo editada en castellano diez años después, Allegro barbaro narra la decadencia de España entre 1920 y 1936 a través de la vida de una gran familia catalana, pletórica de realeza, dinero, poder, aburrimiento y seres monstruosos, en una mezcla perfecta de personajes reales y de ficción, de hechos auténticos e imaginarios, con un estilo cuidado y un especial cariño por los personajes que hace que sean plenamente humanos a pesar de sus equivocadas ideas o de su recriminable comportamiento.

Por encima de su tono mesurado, sus suaves descripciones y, sobre todo, su habilidad para reflejar con exactitud el especial ambiente de decadencia de la burguesía catalana, destaca la creación de un gran personaje: doña Sagrario. Máxima jerarquía de la familia que con su gran humanidad y sus comentarios de un particular cinismo socarrón, va puntualizando los diversos incidentes, tanto familiares como históricos.

A pesar de que el mundo y los habitantes de Allegro barbaro, están muy cercanos de los del gran escritor mallorquín Llorenc Villalonga -con el que también existe una curiosa similitud de apellido, que en más de una ocasión ha dado lugar a equívocos-, los de José Luis de Vilallonga tienen unas características propias que, más allá de ciertas coincidencias, les hacen fácilmente diferenciables.

Acento francés

Si esta novela sitúa a su autor como un interesante narrador, Solo, publicada simultáneamente por la misma editorial, no confirma esta afirmación. Aparecida en Francia en 1976, es la última obra de Vilallonga y, frente al tono claramente español de Allegro barbaro, tiene un acento excesivamente francés que la hace demasiado irreal. Con un estilo cuidado y elegante, en un terreno cercano al de la novela policíaca, relata una historia demasiado intrascendente entre un hombre maduro y una adolescente.Parece que en los diez años que separan ambas novelas, se le hubiese agotado la temática española personal y hubiera tenido que recurrir a los convencionalismos de un género, que además maneja con una cierta torpeza, para poder seguir escribiendo. Frente a la frescura de Allegro barbaro, novela interesante que deja traslucir un mundo personal, las convencionalidades, el ambiente policíaco y el tono altamente francés de Solo, hacen pensar en una película de Claude Chabrol, sin Claude Chabrol, o sea, el juego por el juego, pero sin la suficiente habilidad para conseguir que el simple hecho de jugar constituya un placer.

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