"Las iniciativas de Sadat constituyen un obstáculo para la paz"
El presidente de la República Arabe Siria, Hafez el Assad, considera que las negociaciones directas que el presidente de Egipto, Anuar el Sadat, mantiene con el primer ministro de Israel, Menahem Begin, constituyen un obstáculo más para la consecución de una paz global en el Oriente Próximo, responden a un objetivo planificado para la firma de un tratado «bilateral» y dificultan la próxima apertura de la Conferencia de Paz de Ginebra. El presidente Assad hizo estas declaraciones en el curso de la entrevista en exclusiva que concedió a Pablo Sebastián, enviado especial de EL PAÍS a Damasco. Estas son las primeras declaraciones que el presidente sirio ofrece a un medio informativo occidental diario en los últimos tres meses y, en especial, desde la visita espectacular del presidente Sadat a Jerusalén del pasado día 20 de noviembre.EL PAÍS: Señor presidente, ¿considera que las iniciativas políticas y diplomáticas del presidente Sadat, y en especial sus conversaciones directas con Israel, permiten vislumbrar una paz global cercana para el Oriente Próximo?
Hafez el Assad: No. El camino de la paz es ahora más complejo. Antes del viaje de Sadat a Israel existían intensas actividades diplomáticas para resolver el problema, con la participación de todas las partes interesadas. Existían auténticas posibilidades para la realización de la Conferencia de Paz de Ginebra, hacia la que estaban encaminados todos los esfuerzos. No podemos decir que, entonces, no existieran obstáculos. Había dificultades, pero todos participábamos en su resolución.
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(Viene de la primera página)La visita de Sadat a Jerusalén sirvió para cambiar la dirección de todos los esfuerzos realizados y para fragmentarlos. Sus iniciativas trajeron el desequilibrio en una política coherente de treinta años en la que los árabes estaban en un lado y los israelíes en otro y en la que marcaban el ritmo las resoluciones de las Naciones Unidas.
Así Sadat abandonó un bando para integrarse en el otro, y yo no quiero indicar qué otro bando es este. Podemos afirmar que abandonó su puesto en la trinchera árabe para ocupar otro lugar, provocando el desequilibrio en los esfuerzos de paz internacionales. Sus iniciativas nos alejaron del camino de la paz.
EL PAÍS: ¿Defiende Sadat los intereses árabes o busca un acuerdo bilateral?
H. E. A.: Puede que alguien se pregunte: «¿Qué ocurre?, ¿qué puede surgir de todo esto?» Lo que sucede es que se prepara un tratado bilateral que es el elemento clave del desequilibrio. Este tratado, que en el lado árabe podemos calificarlo de individual, es una cosa, y el conseguir una paz global para el Oriente Próximo es otra. Lo que está sucediendo va contra la paz.
EL PAÍS: ¿Supone todo ello que la Conferencia de Paz de Ginebra ya no sirve para nada? ¿Ha desaparecido?
H. E. A.: Los árabes queremos la paz, regulada por la ONU y a través de la Conferencia de Ginebra. Nosotros seguimos estando a favor de esta conferencia, pero no estamos dispuestos a que la convocatoria de Ginebra se articule sobre un tratado bilateral que se hizo lejos de los ojos de las partes interesadas. Creo que la idea de la Conferencia de Ginebra sigue en pie, pero su posibilidad de celebrarla es hoy muy difícil.
EL PAÍS: Al parecer, el presidente Sadat endureció sus posiciones frente a Israel después del tracaso de la cumbre de Ismailía. ¿No supone ello una vuelta de Sadat a la óptica puramente árabe?
H. E. A.: Lo que aparece en la superficie no constituye la verdad total. Estos acuerdos bilaterales están planificados para alcanzar unos objetivos trazados de antemano. Un objetivo que es un simple tratado para dos, y que tiene como bases esenciales una retirada parcial del Sinaí y la construcción de una fórmula, aún no determinada, para Gaza y Cisjordania, lo que implica la eliminación del problema palestino. Lo que ha hecho Sadat, hasta ahora, no puede llevar a otra consecuencia.
EL PAÍS: ¿Cree que las iniciativas de Sadat pueden provocar la caída de su propio régimen político en Egipto?
H. E. A.: Puedo decir que este tratado bilateral no será favorable para los intereses de su nación. El presidente Sadat puede que piense lo contrario.
EL PAÍS: ¿Podrá sumarse Jordania, en un futuro próximo, a las negociaciones de la Conferencia de El Cairo a pesar de que el rey Hus sein rechazó el plan Begin?
H. E. A.: Jordania es, desde luego, uno de los Estados protagonistas de la confrontación y tiene un papel que desempeñar en el marco de una solución global, pero nunca como representante del pueblo palestino. Sólo la Organización para la Liberación de Palestina es la auténtica representante del pueblo palestino, como se aceptó en la cumbre árabe de Rabat de 1974, y cuyas resoluciones suscribió Jordania. Resoluciones sobre la representatividad de la OLP que Jordania ha reiterado y suscrito en numerosas ocasiones después de la cumbre de Rabat. Jordania sigue manteniendo esta posición.
EL PAÍS: ¿No constituye Jordania la clave del plan Begin y de la Conferencia de El Cairo si acepta la idea de apadrinar una «nación» palestina en su territorio por un tiempo y sin el nivel de Estado?
H. E. A.: Desde luego. Lo que se intenta en la actualidad es apartar a la OLP de toda solución al conflicto y mantener a Gazza y Cisiordania bajo la ocupación israelí. Israel considera estos territorios como suyos, y cuando habla de sus habitantes los llama «árabes de las tierras de Israel».
EL PAÍS: En esta línea están las recientes declaraciones del presidente Carter contrarias a la creación de un Estado palestino. ¿Qué piensa de esta posición neta del presidente norteamericano?
H. E. A.: Está muy claro que nosotros tenemos nuestra opinión sobre el tema y que el presidente Carter tiene la suya. El no quiere un Estado palestino y nosotros sí.
EL PAÍS: Pero Estados Unidos, ante la Conferencia de Ginebra y después de la declaración ruso-norteamericana de primeros de octubre pasado, no habían nunca expuesto tan francamente este criterio contrario al Estado palestino. ¿Qué pasó?
H. E. A.: Desde luego que esto es así. Nosotros pensamos que la dominación sionista en Estados Unidos ha jugadio un papel muy importante en este proceso.
EL PAÍS: ¿Cómo piensa reaccionar el frente árabe contrario a las iniciativas de Sadat, después de los últimos acontecimientos?
H. E. A.: El frente árabe no negociador con Israel directamente es un frente de resistencia y no un frente de rechazo, como se le suele llamar en Occidente. Es un frente para resistir a la conspiración. Un frente que no ha recibido propuestas para ser aceptadas, sino que se le han planteado soluciones para que nos humillemos, para que inclinemos nuestras cabezas ante el ataque israelí, y nosotros hemos decidido resistir y derrotar estas iniciativas.
EL PAÍS: ¿Cuándo y dónde se reunirá el frente de resistencia y cuáles serán sus objetivos?
H. E. A.: La conferencia no dará ninguna importancia ni se preocupará de las actividades de la Conferencia de El Cairo, ni de las comisiones política y militar que se crearon, porque ninguna de estas acciones nos llevarán a la paz. Por el momento no hemos decidido la fecha y el lugar de la reunión.
EL PAÍS: ¿Es posible que la Unión Soviética participe más directamente en las iniciativas del frente de resistencia?
H. E. A.: El frente de resistencia es solamente árabe y está reservado a los árabes. Sí puedo decir que la Unión Soviética, mantiene unas buenas y fuertes relaciones con el frente y los países que lo integran.
EL PAÍS: ¿Cómo interpreta la, presencia de las Naciones Unidas en la Conferencia de El Cairo?
H. E. A.: Lo que sabemos es que las Naciones Unidas están participando como observadores, porque lo que está pasando no se basa en las. resoluciones de la ONU, que afirman que toda negociación deb celebrarse en Ginebra, bajo la pre sidencia de Estados Unidos, la Unión Soviética y las Naciones Unidas. Por estas tres partes deben ser enviadas las invitaciones a la Conferencia de Ginebra y no por un solo país, como ocurrió en la Conferencia de El Cairo, por iniciativa de Sadat.
EL PAÍS: El presidente Sadat afirmó en Ismailía que no creía que una nueva guerra fuera posible sin la participación de Egipto. ¿Comparte usted esta afirmación?
H. E. A.: Nosotros nos orgullecemos de Egipto, de sus victorias que son nuestras y de sus derrotas que también son nuestras. Pero lo que dijo Sadat carece de todo fundamento. La historia nos dice una cosa muy distinta. El pueblo sirio puede defender con honor sus derechos y resistir a la invasión y a la colonización israelí, aunque no cuente en ello con el apoyo del gobernador de Egipto. La historia demostró que esto es posible.
EL PAÍS: ¿Existe alguna posibilidad de reconciliación entre los árabes del frente y Egipto?
H. E. A.: Entre los países árabes no existe ningún problema, ninguna dificultad se interpone entre las naciones árabes y el frente de resistencia. Tan sólo existen problemas con Egipto. La reconciliacién con este país parece muy difícil porque su Administración eligió otro camino distinto al nuestro.
EL PAÍS: ¿Cuál es la posición actual de Siria para movilizar la paz?
H. E. A.: Lo que ha ocurrido en los últimos días obstaculiza sensiblemente el camino de la paz y nosotros queremos esta paz y por ella estamos fortaleciendo el frente de resistencia. Estamos intentando crear un ambiente claro y sano en la zona para la consecución de una paz global y justa que no dé lugar a ninguna confusión: una cosa es la paz y otra es el entreguismo.
EL PAÍS: La visita de Sadat a Jerusalén causó una cierta confusión en la opinión pública española e incluso en la Administración. Se presuntaban: «¿Por qué Sadat va a Jerusalén y España no mantiene relaciones diplomáticas con Ismel?» ¿Qué piensa al respecto?
H. E. A.: Esto confirma que la política de Sadat va contra los intereses y deseos de los árabes y de los amigos de los árabes. Que no quepa la duda de que los amigos de los árabes deben seguir siéndolo. Nada ha canibiado en la situación de ¡srael: los territorios siguen ocupados, los palestinos sin Estado, los Santos Lugares ocupados, las resoluciones de la ONU sin aplicarse. Por ello consideramos que no existe nada que pueda servir de pretexto o justificar que España cambie su política hacía Israel. Una política que nosotros apreciamos mucho con respecto a nuestra causa y que consideramos como muyjusta.
EL PAÍS: ¿Cree que el frente de resistencia puede apoyar al Frente Polisario en el Sahara como apoya a los palestinos?
H. E. A.: A nosotros los árabes nos preocupan, inucho nuestros problemas, pero queremos resolverlos entre nosotros, y siempre pensamos que es posible encontrar una solución a todos ellos.
El presidente sirio se despidió de nosotros rogándonos que transiriltamos, a través de las páginas de EL PAÍS, sus mejores votos y los del pueblo sirio para el pueblo español.
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