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Las firmas alemanas también discriminan a sus trabajadores surafricanos

Pocos días antes de que visite nuevamente Suráfrica una comisión de parlamentarios de Bonn, esta vez sociaIdemócratas, un prominente crítico del régimen de Pretoria ha desmentido rotundamente las apreciaciones del Gobierno federal alemán respecto de las empresas germanas que cuentan con centros de producción en el país más meridional de Africa. Según el sacerdote Reinhard Brueckner, tiempo atrás detenido y expulsado a la República Federal por las autoridades surafricanas, no es cierto, como dijo hace poco el Ministerio de Finanzas de Bonn, que las empresas alemanas sean un modelo en lo que se refiere a buen trato a la población de color.El ministro Apel, socialdemócrata, alabó públicamente hace una semana a las empresas Volkswagen, Salzgitter, Viag, Veba, Lufthansa y Schenker, porque -dijo- cumplen «sin limitaciones», en sus fábricas y oficinas establecidas en Suráfrica, con el principio «de igual salario a igual trabajo». Estas empresas habían anunciado previamente que en este país daban salarios incluso hasta un 45 % por encima del mínimo oficial.

El reverendo Brueckner califica de irresponsables estos datos empresariales, sobre todo porque se omite un detalle sustancial: el monto de ese salario mínimo.

Según el eclesiástico, una familia negra con cuatro niños necesita un mínimo mensual de 126, treinta Rands (es decir, cerca de 11.500 pesetas). Volkswagen, de acuerdo con la nómina del pasado septiembre, pagó solamente 112 rands a los trabajadores negros en estas condiciones familiares por una jornada de ocho horas diarias. Los trabajadores sin familia perciben en esa empresa «modelo» cien rands mensuales. Mercedes no sobresale tampoco por su generosidad: por una jornada de nueve horas de trabajo, los obreros negros sin familia cobraron en octubre 120 rands.

Según Reinhard Brueckner, el levantamiento del veto a la población negra en algunos sectores de la producción no significa más que un compás de espera hasta el momento en que los blancos sean los dueños absolutos de todos los puestos de trabajo bien remunerados, mientras que los demás disponibles para la población negra estarían sometidos a las incidencias de la racionalización. Dos empresas «modelo» alemanas, Volkswagen y Mercedes, han comentado a este respecto que «facilitarían el acceso a la profesión de ingeniero a algunos negros», pero que subsiste una dificultad: «No contamos -explicaron- con trabajadores capaces de ello, debido al sistema de educación bantú que han seguido desde niños. »

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