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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La honrada narrativa del exilio

Nos hallamos ante una novela aparecida en 1965, en París, y que en su segunda edición ha podido ser publicada en España. Estos datos escuetos explican suficientemente, de que se trata de una obra de autor exiliado, proscrito, que en algunos años no ha podido entrar en el torrente circulatorio de la narrativa española propiamente dicha, esto es, de la que se produce y publica en España.Su autor, Jesús Izcaray, es eso que se llama un viejo luchador cercano a cumplir la setentena de años, ausente de España desde 1939, periodista comprometido desde un decenio antes, cronista de guerra en el bando gubernamental republicano y Premio Nacional de Literatura 1938. Un típico escritor exilado, de los que ahora solameate se tiene noticia más amplia que la del grupo anterior de los inicitados.

Las ruinas de la muralla,

Jesús Izcaray.Ediciones AIbia. BiIbao, 1977.

Con todo, hay que explicar que en el libro fundamental de Marra López Narratíva española fiera de España -no aparece su nombre, pues su nómina se constreñía a los significados y dejaba fuera, por as¡ decirlo, a los de infantería. Algo semejante sucedía con la tan útil y precisa antología de Rafael Conte sobre el tema en la que Jesús Izcaray no asomaba. Antes de ver publicada y leer Las ruinas de la muralla, sólo unas vagas noticias de Julio Manegat y, sobre todo, una mención de Manuel Andújar, que es como el notario mayor de la narrativa del exilio, nos hablaba, entre otros nombres que no han llegado al dominio público, como los de Barea, Sender o Max Aub, de Jesús Izcaray.

Ahora llega su primera obra publicada con gran ámbito. Es posible que haya alguna anterior, pero no hallé rastro de ella. Tenía alguna idea errónea de que el centro vital de Izcaray a Bélgica, y la novela en su nota editorial me ad vierte que ha sido, preferentemente, París. Las ruinas de la muralla, en su edición española, lleva un prólogo de Manuel Tuñón de Lara, cuya lectura no aconsejo vivamente salvo para quienes quieran ad quirir una idea cordial de Izcaray y su literatura narrativa. Pero Tuñón se ve que no profesa la crítica lite raria. antes bien, hace gala de estar por encima o más bien, por fuera de ella, a pesar de sus precisiones en este campo, dentro del prólogo citado. Claro es que Tuñón procede por líneas exteriores, que según la táctica es manera poco útil de moverse en una línea de combate y políticamente no considera, sino la narrativa española del exilio. Supongo que no hace falta demostración, que podría ser abrumadora de Cela abajo.

Generaciones desengañadas

Otra cosa es que encajemos en el puzzle de un panorama narrativo, una serie de piezas que faltan y que se publicaron lejos de España (a mi juicio en el número uno está Barea, porque Max Aub es caso más amplio y Sender ya había escrito, aunque no fuese sino Imán y Mr. Win en el cantón). Estimo que muy poca literatura de esta clase faltapor situar en su lugar conjunto Bien, ahora o hace poco llega Izca ray que realiza uha novela no refe rida, como suele ser habitual al momento o al hecho de la guerra civi -sino a sus consecuencias a medio o largo plazo de vingt ans aprés como en el plazo de Dumas que recogen generaciones posteriores, y desengañadas.Aquí está Izcaray y su novela que conocemos. Si Ándújar narra las Visperas, Izcaray narra pasadas mananas de la guerra, historias de personajes que descienden de ella y n o soportan su resolución. Izcaray tiene alma de narrador, que le viene del periodismo o de la crónica y el-reportaje. No hay, pues, que es perar de él pasadismos, "sino pre sencias de actualidad y sombras de porvenirismos en el friso de los personajes que reúne en París, donde reside.

El centro de atracción y el núcleo de reunión de estos personajes del segundo exilio, el de espoleta retrasada. es el comunismo militante, su base, sus grupos y su disciplina. Los personajes hispanos y franceses y ya hispano-franceses en su mezcla van y vienen en el punto decisivo de su vocación política y personal . A veces, les hace falta tras zambullidas en el ambiente originario español para decidirse o decantarse a uno u Otro lado. No solamente es el problema dialéctico. sino el humano, el que se entrecruza.

Izcaray lo narra en forma realista. con el sistema expresivo suelto y a punto, muy diestro en describir rasgos interiores o exteriores. Lo hace bien y su información narrativa es suficiente y además, tiene la ventaja de relatar pasajes vividos y observados de cerca. El conjunto atrae por su cuenta precisa de situaciones aparte de la común y de verosimilitud (más en París que en España, en donde juega el tópico) de sus personajes, que poseen la virtud de no contener maniqueamente buenos y malos totales, como no excluyamos el perfil un tanlo hagiográfico (y por si fuese poco con la salud puesta al tablero) del viejo militante Higinio, que tira hacia el franciscanismo marxista. En suma, la novela es correcta, ambientalmente, interesante en su información directa y próxima sobre unas vicisitudes, sitúa a su autor en el grupo total del exilio, ya que no entre los divos de esta narrativa y viene a cumplir en él, algo parecido a lo que se dijo de Trueba y su honrada poesía vascongada.

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