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A Manzanares no le valió el cuento

En cuanto al toro, la feria de Guadalajara no ha existido. El desfile de sobreros mochos del domingo fue de vergüenza. Pero lo que sacó de quicio al público, fue que el presidente mantuviera en el ruedo, el inválido quinto. Y el señor Manzanares, en plan figura, empeñado en dar pases. Manzanares no había podido con el de Galache, que tenía el mínimo defecto, de que punteaba por el pitón izquierdo, pero sin peligro. No quiso ni verlo, derechazos perfileros y desangelados, y el zapatillazo para provocar la arrancada. Y a la menor dificultad, pases de aliño y de alivio. En el quinto no le permitieron el número del enfermero. Llevaba unos quince muletazos, insulsos y de pronto gritaron: «¡Si no hay toro no se torea!», y ahí se acabó el cuento.El Viti al primero le hizo una faena larga, en la que tardó en acoplarse, Cuando se confió hubo tres naturales perfectos de temple y mando. Derechazos correctos y magníficos pases de pecho para rematar las series. Lo que ocurrió a parte el insignificante torillo, es que El Viti se eternizó en el trasteo. Aquello fue el trasteo de nunca acabar. Con el cuarto, un marmolillo, no se acopló en ningún momento y terminó a la deriva, tirando líneas.

Plaza de Guadalajara

Tercera de feria. Tres toros de Benítez Cubero (1.º, 3,º y 4.º), dos de María Pallares (5.º y 6.º) y uno de Galache (2.º); en general terciados, tocados de pitones y manejables en la muleta. El Viti: Oreja y pitos. Manzanares: Silencio. Bronca. Niño de Aranjuez: Vuelta. Vuelta.

El Niño de Aranjuez, fue el único que toreó de capote, y esto es de agradecer, porque a sus compañeros figuras parece que el capote les da alergia. Hizo una faenita entonada en la que faltó ligazón. Citó de frente y vimos derechazos templados de muy buen corte, naturales correctos, dos trincherazos, uno con cada mano, de cartel, y toreó a dos manos por alto y por bajo. Elegancia y variedad en este torero de fina clase al que le vemos un poco agarrotado. Debe soltar los brazos al torear de capa y con la muleta alargar más el recorrido del muletazo. Así ligaría las faenas y no ahogaría a los toros.

El sexto fue un manso que sembró el desconcierto, pues se iba suelto de capotes y caballos. Que el de Aranjuez no lo fijara está dentro de la lógica en uno que empieza, pero que las dos figuras no pusieran orden en la capea es bastante significativo. ¿Indolencia? ¿Incapacidad? Luego el Niño estuvo voluntarioso pero no pudo con él.

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