Un problema difícil
« Es un dosier difícil el que Suárez va a defender el miércoles 31 de agosto, ante Giscard d'Estaing primero y después ante Raymond Barre. No es que el presidente de la República y su primer ministro sean opuestos a la entrada del primer ministro en el Mercado Común, pero este delicado problema suscita numerosos problemas, no solamente económicos, monetarios y sociales, sino también políticos.Las repercusiones económicas de una eventual admisión de España en la CEE son ahora bastante conocidas. Son de tres órdenes. Agrícolas, pues España es uno de los más grandes productores de frutas, de legumbres, de vinos extremadamente competitivos para el mercado francés como de otra parte, para el mercado italiano. Industriales, pues se cometería un error de subestimar la competitividad de ciertos sectores de la industria española, como el automóvil, la siderurgia, el calzado, que benefician de una mano de obra menos costosa que la de los nueve...
Es poco probable que Suárez pueda aportar argumentos nuevos y convincentes que disipasen las incertidumbres francesas. Tanto más que el problema de la entrada de España en el Mercado Común se ha convertido en un asunto de política interior francesa.
Basta para persuadirse de ello releer los últimos discursos de Chirac: el de Limoges del 23 de agosto, o el de Periqueux del 26 de agosto, el presidente del RPR ha repetido su hostilidad a la entrada de España en la CEE.
Para los agricultores franceses, en efecto, con Italia basta.
En su oposición a la admisión de España, Chirac, no está solo. Se le une en este punto el Partido Comunista que ha reiterado muchas veces su oposición resuelta a la entrada de España, de Grecia y de Portugal a la CEE afirmando que tal medida arruinaría una parte, importante del campesinado francés.
Al aferrarse aun no sin matices, desdeñan los argumentos de aquellos que con Mitterrand, piensan, que no es sano ni concebible dejar permanentemente fuera de Europa para España, que está saliendo de tribuido a su civilización.
El argumento vale sobre todo, para España que está saliendo de un aislamiento de cuarenta años. A condición, naturalmente, que se comprenda en Madrid que los gestos de buena voluntad no pueden ser unilaterales ni inmediatos, y que un proceso por etapas es todavía el mejor medio para vencer la hostilidad encontrada.
30 agosto
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