El ministro de Defensa italiano informó al Senado sobre la fuga de Kappler.
Ante la comisión senatorial de Defensa, el ministro del ramo, Vito Lattanzio, un cirujano de Barí, de 51 años, trató ayer el caso Kappler. El informe de cincuenta cuartillas, leído por el ministro, no proporcionó las revelaciones que se esperaban. Como lo hizo en una reciente entrevista, Lattanzio, cuya cabeza pide perentoriamente el Partido Republicano, declaró haber cumplido con su deber y que, por lo tanto, no dimitirá.
Cuando sor Bárbara, la monja del hospital militar Cello, descubrió, el 15 de agosto; la fuga de Kappler, Lattanzio avisó en seguida a los servicios secretos, ordenó la revocación de la suspensión de la pena de Kappler, destituyó, inmediatamente, a los altos oficiales de los carabineros, responsables del servicio. Kappler era un prisionero de guerra, al que se le había suspendido la pena de detención por encontrarse en grave estado de salud. Sólo su mujer y los diplomáticos alemanes lo podían visitar libremente. En casi un año fueron concedidos 26 permisos para otras tantas visitas. El ministro excluyó toda relación con el suicidio general Anza, quién al parecer, por razones íntimas, ese mismo día se disparó un tiro y fue trasladado al hospital militar, quizá, mientras el comandante alemán de las SS escapaba.El ministro de Defensa no hizo alusión alguna a la mecánica de la fuga, el problema que más interesa para aclarar las res ponsabilidades. La misma línea informativa seguirá, probable mente hoy, ante la Comisión de Defensa del Congreso, esperando a que el Consejo de Ministros, del viernes próximo, fije una actitud coherente Y decidida ante el caso. Cuando a mediados de septiembre el Parlamento vuelva a reunirse, Lattanzio tendrá que responder de nuevo ante toda la Asamblea, sino se ve obligado a hacerlo incluso el mismo primer ministro, Giulio Andreotti, movido por la fuerte presión, tanto de la opinión pública como de los partidos políticos.
Los más severos, los republicanos
El Parlamento parece decidido a apurar la verdad hasta el fondo y nombrará por su cuenta una comisión de encuesta. Por ahora, los más severos son los republicanos, que critican la postura de Lattanzio de descargar la responsabilidad en los carabineros sin incluirse a si mismo. En general, los demás partidos esperan el resultado de las diversas encuestas en marcha, tanto de la magistratura y de los carabineros, como del Gobierno.
La opinión pública, que en Kappler ve un símbolo, más que un hombre enfermo, casi moribundo, exige de Alemania Federal la devolución del criminal a la justicia italiana. De Bonn, sin embargo, llegan sólo promesas de que la extradición será estudiada, según el derecho alemán. A la rabia general y sentido de frustración, ante la burla de los primeros días, se ha sucedido en todo el país un a severa autocrítica del aparato del Estado y, sobre todo, se ha reforzado la carga moral de los ideales democráticos que inspiraron el nacimiento de la actual República italiana
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