Nuestro alejamiento del régimen fue hace ya 35 años"
Serrano Súñer presentó sus "Memorias"
En los salones del hotel Princesa Sofía, de Barcelona, ha tenido lugar la presentación nacional del libro de Ramón Serraño Súñer titulado Entre el silencio y la propaganda, la Historia como fue. La presentación corrió a cargo del profesor de Emory University, Atlanta (Georgia), Carlos Rojas, quien comenzó evocando la memoria de Santiago Nada¡, que presentó en Barcelona ya hace unos años, el penúltimo libro del señor Serrano Súñer; la reedición de Entre Hendaya y Gibraltar. Santiago Nadal dijo entonces que aquél era un acto de civismo, puesto que en el pasado, diferencias políticas le habían separado de Ramón Serrano Súñer. Carlos Rojas dice, ahora, que de tales actos de civismo es de lo que más necesitados estamos, al cabo de una historia tan incivil como la nuestra, que una vez más empezamos desde cero absoluto.Carlos Rojas lamentó que no fueran dos los libros presentados y sería interesantísimo publicar conjuntamente unos diarios, que al parecer Ramón Serrano Súñer no llevó nunca, y sus Memorias para cotejar ambas obras y ver hasta qué punto un hombre auténticamente libre, como Serrano Súñer, evolucionó y se reiteró en sus pensamientos y actitudes. Aun sin los diarios, el valor de las Memorias es inapreciable ya que con el tiempo, la historia se adelgaza y reduce a tópicos. Hoy tenemos todavía la oportunidad de examinar en una fuente de primera mano, los últimos años de la monarquía, los de la República y los del franquismo, a la luz de un testigo separado para siempre del régimen de Franco desde 1942, después del desempeño de su última cartera: la de Asuntos Exteriores.
Según reiterados testimonios del propio Adolfo Hitler, Ramón Serrano Súñer fue quien impidió la entrada de España en la contienda, mundial, al lado del Eje. En sus Conversaciones de sobremesa, largo tiempo prohibida, en la España de Franco, Hitler distingue a Serrano Súñer con tanto odio, que no manifiesta hacia ningún otro estadista, incluidos Churchill y Stalin. Los juicios de Hitler y de su jefe de Operaciones, el general Jodl, desdicen rotundamente la campaña de difamación del régimen franquista contra Ramón Serraño Súñer, que le convertía en el supuesto hombre. de Hitler en España.
Por último, el presentador rindió tributo al buen estilo de Serrano Súñer en sus Memorias. Parece haber hecho suyo el aforismo de Evtushenko, para quien la verdad mal escrita no es la verdad. El libro de Serrano Súñer casa maravillosamente los poderes de observación y de expresión en este retablo único de la historia inmediata.
Libro veraz
Terminado el discurso de presentación del profesor Rojas, el señor Serrano Súñer manifestó que sólo debiera añadir unas palabras de gratitud, porque, a su juicio, es manifiesta la ociosidad de estos actos en los que al autor del libro se refiere, ya: que cuanto tuviera que decir, escrito está en aquél. Sin embargo, acatando la moda de las presentaciones, hará la correspondiente autocrítica de su obra: se trata de un libro independiente, veraz, severo, aunque con alguna concesión de humor. Pero, en el fondo, de un libro melancólico, como es siempre triste la historia de una frustración, y así, para no turbar su conciencia quiere decirlo, sin falsas elegancias ni oportunismos. Porque si es innegable el desarrollo económico y los considerables avances logrados en el orden material, industrial y social, la realidad es, también, que se frustró un proyecto político con ambición de futuro.El libro -dice- registra las ilusiones perdidas, las promesas altas, las esperanzas de los que, en Burgos, en medio de los horrores de la guerra civil -que nadie que esté en su sano juicio podrá desconocer y dejar de lamentar- soñábamos, con patriotismo ardiente, en una. nueva España refundida, de tal manera que aquella vieja ciudad castellana era para nosotros la capital de la esperanza.
Pensábamos que la guerra no podía ser un fin en sí misma y aspirábamos a encauzar una corriente popular y social de sentido moderno; absorber ideológicamente a la media España que teníamos enfrente, porque el socialismo había planteado un problema real de nuestro tiempo que era forzoso resolver. Tuvimos el proyecto de objetivar el Poder, de institucionalizarlo, de someterlo a control y responsabilidad, de manera que aquel poder y aquella fuerza, que eran -de hecho- una dictadura. desembocaran en una Constitución, esto es, se trataba, para nosotros, de una «Dictadura constituyente» para crear un orden político y jurídico con posibilidades de futuro. Y así, con más o menos dificultades -más bien más que menos-, perseveramos en nuestro intento, hasta que la crisis política de 1941 fue la que en realidad nos hizo perder la fe; aunque la disolución del grupo germinal tuviera lugar un año más tarde, en el verano de 1942, y ya todo se orientó hacia el Poder Personal.
El principal propósito del libro es el de establecer, o restablecer, los hechos en su realidad histórica: los hechos como fueron. El material de la historia son los hechos; sobre los cuales podrán luego formularse calificaciones y juicios de valor. Realizada esa tarea, diré que asumo mi pasado, pues nunca, ni ahora ni antes, he tratado de falsearlo ni desfigurarlo. Hay en ese pasado, en nuestra política interna, errores y equivocaciones que no hemos tratado de justificar. En cambio, lo que sí hemos querido justificar han sido nuestras rectificaciones y ello lo hicimos en tiempo y en circunstancias que sólo incomodidades podían traernos y nos trajeron. Nuestro alejamiento del régimen tuvo lugar ¡hace ya 35 años! En este punto hay que citar siempre a Dionisio Ridruejo como ejemplo. Era cuando en el Régimen consideraron la discrepancia como traición las mismas personas que continuaron en su usufructo, pero que, ante el hundimiento, se apresuraron a tomar otro barco y navegar con viento favorable.
Ahora bien, añade, si asumo el pasado, nunca me he resignado a ser un Personaje inventado, como se pretendió principalmente en relación con mi gestión en nuestra política exterior, en la que ninguna rectificación esencial he tenido que hacer, pues frente a la falsa imputación que se me hiciera de haber querido intervenir en la segunda guerra mundial, colaboré de manera singular en su evitación, como en el libro se acredita con textos alemanes auténticos e irrefutables, que están publicados en los documentos de Nuremberg, reunidos por los vencedores. Hice una política inequívocamente germanófila que libró a España de la invasión -cuando Hltler tenía preparados las «panzer divisionen» y los «Stukas», en Hendaya-, pero guardé, a la vez, un equilibrio difícil -aquí, en Barcelona, pronuncié un discurso decisivo en el año 1941 -para no provocar el «casus belli» con los aliados; y con ello tengo el consuelo, frente a tanta falacia como se puso en circulación, de no haber quemado en vano mi vida en el servicio del país.
Terminó diciendo que no había que anclar en el pasado; pero sí es necesario refrescarlo, como escribió Ortega, porque el pasado es un revenant que si no se le domina con la memoria, vuelve siempre a nosotros y acaba por estrangularnos. Esperemos, para el presente y para el futuro, la necesaria competencia y conducta en la gestión pública; la solidaridad entre la moral, la cultura y la política, pues sin una base de seriedad y de ética -aun dejando a la política su margen de flexibilidad y relativismo-, nunca será posible el buen gobierno de la comunidad nacional.
Babelia
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