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Petróleo y Oriente Próximo, temas del diálogo norteamericano-saudita

Con la victoria del partido derechista Likud en las elecciones israelíes y los problemas que pueden derivarse de ella para un arreglo pacífico en el Próximo Oriente como telón de fondo, el príncipe heredero de Arabia Saudita inició ayer su visita oficial a Washington, que cerrará la ronda de conversaciones del presidente Carter con los líderes de la zona,

Arabia Saudita, con siete millones de habitantes y un cuarto de las reservas de petróleo del mundo no comunista, mantiene unas estrechas relaciones con Norteamérica. De una parte, Riad es el principal proveedor de petróleo de Estados Unidos. De otra, es uno de los primeros clientes de armas norteamericanas. Ambos temas serán tratados a fondo en las entrevistas entre Carter y el príncipe Fahd, que llega a Washington en un momento delicado.

Aunque el príncipe heredero de la corona saudita no hizo alusión concreta a la utilización por su país del «arma del petróleo», resaltó en sus primeras declaraciones que el derecho palestino a una patria propia era una condición básica para una solución pacífica del conflicto árabe-israelí. El futuro primer ministro de Israel, Menahem Begin, se opuso radicalmente a la creación de un Estado palestino en el área, poco después de que su partido venciera en las elecciones de la semana pasada.

Presumiblemente, el príncipe Fahd —que desempeña de facto las funciones del primer ministro de Arabia— pedirá a Jimmy Carter que intensifique su presión sobre Tel-Aviv para que acepte los compromisos necesarios para llegar a un acuerdo de paz a finales de este año. El presidente norteamericano, que lanzó una clara advertencia al nuevo líder israelí en su discurso del domingo y que ayer mismo anunció en una carta dirigida al presidente egipcio, la intención de su Gobierno de patrocinar la conferencia de paz de Ginebra, solicitará de los dirigentes árabes que compartan la actitud de Washington de «esperar y ver» hasta que se forme un coalición gubernamental en Tel-Aviv, antes de tomar una decisión precipitada que podría complicar aún más la difícil situación por la que atraviesa el Oriente Próximo.

Petróleo

El espectro de un nuevo embargo petrolífero planea, sin embargo, sobre las conversaciones de Washington. El ministro egipcio de Asuntos Exteriores, Ismail Fahmi, dijo el domingo que el «arma del petróleo» sería utilizada automáticamente por los árabes si Israel insiste en no retirarse de los territorios ocupa Arabia Saudita no se ha manifestado aún al respecto, pero Fahd declaró recientemente que un colapso del plan pacificador de Norteamérica significaría un nuevo conflicto bélico en la región. Y la consecuencia inmediata del mismo sería un embargo.

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Aparte del futuro del Oriente Próximo, Carter y Fahd tratarán otros temas bilaterales de más fácil solución. Por una parte, Arabia Saudita quiere comprar a Norteamérica reactores de combate F-16, tema que enfrentará una fuerte oposición en el Congreso estadounidense. Por otra, Carter querrá información sobre cuál va a ser la posición de Riad en los nuevos aumentos del precio de los crudos que preparan los países exportadores. En diciembre pasado, Arabia Saudita rompió el «cartel» petrolífero, al negarse a subir un 10 % el precio de su petróleo, pero dejó bien claro que este «gesto» hacia Occidente debía tener como contrapartida un pronto acuerdo pacífico en la zona.

Ayer, un diario de Kuwait vaticinaba para el próximo otoño la quinta guerra árabe-israelí. Fuentes diplomáticas árabes aseguran que los presidentes de Siria, Egipto y el rey de Arabia Saudita llegaron a esta conclusión tras su reunión en Riad, la semana pasada.

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