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El tema nuclear divide a liberales y socialdemócratas alemanes

El canciller alemán federal Helmut Schmidt ha reaccionado con moderado optimismo ante el anuncio de nuevos envíos de uranio enriquecido norteamericano a Europa. Por primera vez el jefe del Gobierno de Bonn ha preferido hablar de un compromiso internacional para el control de la exportación de determinadas instalaciones «peligrosas», en lugar de referirse a un compromiso bilateral con Estados Unidos para evitar un conflicto comercial entre los dos países.

Schmidt se ha mostrado incluso comprensivo para con las reservas del presidente Carter respecto de «ciertas técnicas» en el sector nuclear. El canciller debe conjurar al tiempo dos peligros: la dependencia de la RFA respecto de Norteamérica en el sector atómico, por la cual los trece reactores nucleares alemanes y los otros trece en construcción no sirven de nada sin el suministro de Washington. Situando el problema en el plano internacional, parece perder explosividad de puertas adentro. La nueva situación creada tras la «normalización» de los envíos de uranio norteamericano puede significar una presencia del canciller en la conferencia que celebrarán en Colonia los expertos económicos del Partido Socialdemócrata. Helmut Schmidt ha criticado abiertamente la convocatoria y ha dado a entender que los organizadores parecen adoptar una postura «sediciosa», al no haber pedido permiso para llevarla a cabo.Los promotores, especialmente el jefe socialdemócrata de Baden, Eppler, se propone llegar al fondo del programa nuclear alemán. Se trata, en definitiva, de responder a quién beneficia realmente la proliferación de centrales nucleares: al pueblo que teme la contaminación o al empresario que esgrime la creación de nuevos puestos de trabajo mediante la energía nuclear.

La izquierda y el centro-izquierda socialdemócrata desean frenar las «ambiciones atómicas del ministro de Economía, Friedrichs, liberal, cuya actitud contrasta con el realismo del ministro de Tecnología, Matthoefer, partidario de un compromiso a la vista de que ya parece inviable el antiguo programa energético sobre la base de un número elevado de centrales nucleares.

La reunión de Colonia puede significar una ocasión de distanciamiento social-liberal a nivel de Gobierno si el canciller no media en la conferencia la próxima semana. Los empresarios no están, por ahora, dispuestos a aceptar una disminución del plan, ni el ministro Friedrichs parece abrirse a una opción intermedia.

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