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Vísperas de una nueva iniciativa diplomática para Rodesia

Juan Cruz

Este fin de semana comienza el doctor Owen, ministro británico de Exteriores, una visita a los países de Africa del Sur, que pueden tener una influencia más directa en el conflicto de Rodesia. Owen no visitará esa colonia británica, aunque es posible que se encuentre con su primer ministro, lan Smith, en la República Surafricana. Al final de la visita, que durará una semana, es posible que el doctor Owen plantee la posibilidad de una nueva conferencia constitucional, que de nuevo presidiría Gran Bretaña.

En esta ocasión, la figura y las opiniones de lan Smith, no serían tomadas tan en cuenta como en conferencias anteriores. «En Rodesia hay otros puntos de vista, de blancos y de negros, que podrían ser más decisivos que los de Ian Smith», ha dicho el doctor Owen. En realidad, la visita de «familiarización» se inició de algún modo ya en Londres, donde estuvo ayer el obispo Muzorewa, que recorre estos días países occidentales, presentando su propuesta de referéndum, para elegir un líder que lleve al país al Gobierno de la mayoría, que también persiguen los británicos. Muzorewa, jefe de una de las facciones nacionalistas rodesianas, insistió ante Owen en la necesidad de que el ministro visite Rodesia. El obispo quiere que el Reino Unido apoye su idea de referéndum, aunque Londres presionará para convocar una nueva conferencia. Después del fracaso de la conferencia constitucional de Ginebra, que terminó en enero de este año, Gran Bretaña es consciente de que es imposible un acuerdo sin Ian Smith, y también sabe que el actual líder blanco de los rodesianos es el primer obstáculo para llegar a una transferencia incruenta del poder.

Durante su viaje, David Owen centrará sus esfuerzos en convencer a John Vorster, el primer ministro surafricano, de que en sus manos está la clave del proceso: su influencia sobre Ian Smith puede hacer que éste acepte la ley de la mayoría. El mismo argumento lo utilizó Kissinger en otoño del año pasado y aparentemente tuvo éxito. Smith aceptó la conferencia de Ginebra, se comprometió con las condiciones negociadoras angloamericanas, pero fuego usó la oportunidad de Ginebra para dilatar un verdadero acuerdo constitucional. Ahora podría pasar lo mismo, que tampoco sería diferente a lo que viene sucediendo desde hace doce años, cuando Smith declaró unilateralmente la independencia de esta colonia británica.

Ahora Owen no las tiene todas consigo en Suráfrica, sus declaraciones sobre el apartheid que se aplica contra los negros en esa República han sido muy mal recibidas en Pretoria. El doctor Owen, que como sus colegas norteamericanos quiere darle a la política exterior británica un tono altamente moral, ha dicho que «no se puede seguir aplicando el racismo diciendo que quienes luchan contra él defienden ideas comunistas». Owen no ha querido ser especialmente amable ahora con la República Surafricana para ganar a cambio su ocasional apoyo frente a Ian Smith. Durante su conversación con Vorster presionará «para que el Gobierno surafricano acate las resoluciones de la ONU, sobre Namibia», el país que controla Suráfrica y en el que, de acuerdo con un informe que ha publicado Amnesty International, en Londres, las fuerzas del orden del régimen del apartheid torturan, detienen y mantienen en prisión de forma indiscriminada a los oponentes de esta Administración, declarada ilegal por la Organización de las Naciones Unidas, en 1971.

En el plano de la preocupación moral que muestra ahora la política exterior británica se inscribe la conversación que James Callaghan ha mantenido en Londres con el secretario de la Liga de los Comunistas Yugoslavos, Stane Dolanc. El primer ministro le ha dicho a Dolanc que, en Gran Bretaña, se abriga el temor de que la presencia soviética en Africa convierta a ese continente en un área de conflicto entre superpoderes.

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