La British Leyland podría cerrar esta semana
La amenaza de cierre total que pesa sobre las factorías automovilísticas de British Leyland podría cumplirse esta semana, a no ser que, como ocurrió en 1975, el Gobierno decida rescatar de nuevo la compañía. La huelga de los fabricantes de herramientas ha dejado sin trabajo aproximadamente a 26.000 empleados de las distintas plantas de la empresa. Las pérdidas ya son irreversibles y es muy probable que también lo sean las pérdidas de los empleos. En este caso, el Gobierno no tendría más remedio que acudir en ayuda de Leyland, cuya crisis podría ser la crisis de la industria automovilística británica. La posición del Gobierno sobre las consecuencias de la huelga es tajante: el Ministerio de Industria no considera que el sistema seguido por los trabajadores, que han rechazado sistemáticamente las fórmulas negociadoras de sus representantes sindicales, sea el adecuado para salvar las dificultades de la empresa. El desacuerdo sobre el pago de diferenciales según la categoría de los trabajadores, se podría haber resuelto sin haber disminuido de modo tan dramático la producción de automóviles. A pesar de que el Gobierno laborista se ha enfrentado verbalmente a la acción de los obreros, no está dispuesto a tomar ninguna medida disciplinaria contra ellos, porque considera que la presión sindical puede aún resolver la cuestión. La actitud paciente del Gobierno es una consecuencia del período en el que se desarrolla ahora su administración.En este instante el Ministerio de Hacienda discute con representantes del Trade Unions Congress la renovación del «contrato social», que no se puede debatir en el marco de un enfrentamiento directo entre los intereses del Gobierno y los de un grupo determinado de trabajadores.
En todo caso se espera que en la discusión del «contrato social » se incluya una consideración del tema de las diferenciales.
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