José Jardiel

En la pretenciosa y espectacularmente hortera Galería Heller se celebran las bodas del «realismo fantástico» con la ruina pictórica de lo que nace ya como patina y viejo oro. Jardiel una vez más se aparece como un producto de asegurada mercantilización.

Su etapa neo-figurativa como miembro del Grupo Hondo al filo de los años sesenta derivaría en su crónica concentracionaria de unos años después. Hondo pretendía ser una alternativa a la crisis del informalismo alternativa que si recuperaba unos ciertos valores de la tendencia (la gestualidad corporal implícita en la pincelada, pongamos por caso) introducía otros a la larga regresivos: la literatura, la tragedia literaria que hoy seguimos soportando en Orellana, en Jardiel y no digamos en Genovés. Como toda «nueva figuración», la de Hondo lo era todo menos nueva: recurso a la ilusión espacial, al fondo, figura contrapuestos a la escenificación simplista de la figura humana sola sobre el espacio que se supone representa la sociedad. Soledad inesencial que nada tiene que, ver con lo poco bueno que ha salido de la crisis figurativa del informalismo, pues esa otra soledad esa no literatura del cuadro en un Gordillo no en vano tiene que ver con una teoría del sujeto escindido y de la destrucción del yo como es el sicoanálisis.