Martín Chirino, a la búsqueda de la identidad canaria
Martín Chirino es un escultor polémico. Su exposición madrileña fue ocasión de encuentro de una serie de actividades globalizadoras y de extensión de toda una cultura y una tierra: Canarias. Manifiestos, teatro, películas, presentación de libros y poemas tuvieron su escenario en esas esculturas, totémicas a veces, aladísimas otras, que, en conjunto, se llamaban Afrokán. Política y arte, pues, hecho metal torcido y martillado. Sobre arte y política habla Chirino a EL PAIS.
«Mis esculturas han perdido la axialidad tradicional, para mirar a su entorno. Tienen algo de magia: dominio del ambiente y el mundo en que están. Afrokán mira a todos lados. El hombre ha hecho que el arte se vuelva diseño, por pura cultura, por pura acumulación de conocimientos. Para volver al arte es necesario des-saber, des-oir, des-recordar. Volver a la inocencia del origén, y cambiar los códigos... Mis piezas actúan en su contexto, en su universo, y vuelven a los viejos signos: A Canarias y Africa. Al viento. A la espiral.»«Yo hago referencias al paisaje de mi tierra, o mejor, a la sensación que te producen las montañas, las llanuras, el horizonte que se vuelve imagen, como cuando, de pequeño, me ponía en la playa cabeza al suelo, y lo veía. En este caso, la escultura deja de serio, se convierte en símbolo en representación caligráfica ... »
Chirino se define como «un artista sin neura». «Es por el trabajo físico terrible que me cuestan las esculturas. Curiosamente, este trabajo, que cansa físicamente, limpia la cabeza y te hace sentirte hombre, saberte hombre. Es sorprendente que cuando me encierro días enteros en este taller, que es una herrería, sé a dónde voy.» Más tarde diría: «Para contrastar, mis dibujos son un juego delicado. Siempre los hago con tintas sobre papel de arroz japonés.»
Canarias: una revolución cultural
«Corremos el peligro de perder la raÍz de lo que somos, después de cuatro siglos de colonización cultural y de la otra. Los canarios somos españoles, pero canarios, con todo lo que condicionan, desde la misma localización geográfica, todas esas características especiales, distintas, que marcan nuestro sentido de la vida, nuestros afanes, y nuestra especial manera de ser. Eso reivindicamos, y por ahí va mi quehacer en la vida de las islas, que es la que de verdad me interesa.»«Incluso venir a la península es difícil para los canarios, porque nuestros valores son distintos. Es difícil la integración auí, desde el mismo lenguaje, nuestro dialecto, que da otro ritmo, quizá más lentó, en la expresión. De verdad, muchas veces esto incapacita.»
«Yo trato de encontrar la raiz canaria para ubicar mi expresión: los arquetipos culturales que respondan a nuestro modo de ser, ocultado hasta ahora. La espiral, por ejemplo, es nuestro signo arcano y fundamental, el que estaba en las inscripciones guanches del Teneguía, que de alguna manera se refiere al viento, a nuestro carácter insular. Los arquetipos, pueden ser formas, dar origen a formas, a símbolos. Por ahí va nuestro trabajo, por encontrar nuestra propia imagen y no dejar que se pierda.»
«Y por eso es importante la revolución cultural canaria: tiene que salir de ella un perfil claro, la conciencia de nuestra identidad, para poder entrar, con el resto de los españoles, en esa sociedad nueva. Para que, sabiendo nuestras diferencias, y las de ellos, trabajemos en lo común y nos respetemos.»
«A diferencia del movimiento que encabeza Cubillo, yo creo que, aunque geográficamente y a otros niveles estamos muy cerca de Africa, indifectiblemente llevamos siglos siendo España, y con España, con los pueblos peninsulares e insulares, tenemos que luchar, con nuestras diferencias. Creo que nuestra nacionalidad está a otros niveles, pero que tenemos que encontrar la vía de nuestra identidad trabajando por nuestra autonomía.»
«El caso canario es, además, particular en otro sentido: como fruto de la colonización típica, hay una oligarquía típica, hay una oligarquía muy reducida, unida al poder centralista. La única salida para nuestra economía, para nuestro bienestar social es el socialismo.»
Hay una última pregunta, un poco a desmano de todo esto, pero que no puedo dejar de hacer: ¿Qué pasa con la polémica Chillida-Chirino?
«No existe ningún problema. Es verdad que hubo una fricción, provocada no sé por qué ni por quién, que desapareció por su propia dinámica. Lo que sigue sonando es el lío de unos cuantos, no sé si intereses creados o falta de visión.»
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.