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Tribuna:Coyuntura agraria de 1976
Tribuna
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El campo hereda problemas

Se puede afirmar que el año recién estrenado hereda, en el sector agrario, todos los problemas existentes a comienzos de 1976 agravados considerablemente en algunos aspectos. No puede extrañar ya que no haya existido preocupación ni voluntad de afrontar los graves problemas económicos de la economía española y, mucho menos, interés por introducir soluciones serias a los males crónicos de la agricultura.Sorprende, en primer lugar, la capacidad de resistencia a la bancarrota demostrada un año más por el sector y el afán de supervivencia de los agricultores enfrentados, años tras año, al hecho de la marginación de sus problemas. Conviene destacar algunos de los más evidentes.

El año de las reformas no ha traído la r¿:forma de las estructuras comerciales, tan imprescindible desde hace muchos años. Los poderosos intereses afincados en los circuitos de comercio interior y exterior han seguido condicionando decisivamente el mercado de productos alinienticios. Este es un hecho que hay que destacar muy principalmente. Su repercusión sobre el sector agrario se proyecta en múltiples facetas, todas ellas .decisivas:

a) La Administración frena el alza de los precios agrarios en producción..Conoce su incapacidad para sanear los mecanismos de elevación de precios en el proceso de industrialización y comerciabzación y su histérica preocupación por el índíce del coste de la vida le obliga a bloquear los precios agrarios, único escalón en el que se sabe fuerte. Durante 1976 esta estrategia fue continuamente utilizada, con el consiguiente malestar y protestas en el sector. Fueron numerosas las manifestaciones de agricultores, hecho insólito en años anteriores. La aparición pública de numerosas organizaciones de agricultores, en un intento de defensa c . le los intereses del sector ante la incapacidad de los canales sindicales establecidos, se ha producido igualmente en 1976.

b) El recurso al comercio exterior como instrumento regulador del mercado ha seguido efectuándose en contra de los intereses del sector agrario y como parche ante la imposibilidad de regular y ordenar la producción interior. Eg cierto que ha descendido el déficit (le la balanza comercial agraria; se han frenado las importaciones y han aumentado las exportaciones, pero, en absoluto, este hecho ha estado dirigido a preservar los intereses del sector agrario, sino más bien a paliar la seria situación ¿le desequilibrio global exterior en un momento en que tradicionales fuentes de divisas, como el turismo, parecen debilitarse. De otra forma no podrían explicarse las numerosas importaciones de variados productos que, a lo largo del año, han dificultado la comercialización de la producción nacional en los mornentos más inoportunos. Y no nos referimos a la soja, la madera o el tabaco de importación, de los cuales habremos de ser tributarlos mientras no se afronte un cambio profundo en las respectivas políticas. Nos referimos a los casos más inexplicables de las leguminosas para consumo humano, el algodón, el maíz y, en varias ocasiones, la carne de vacuno. La otra cara de lamoneda se encuentra en las dificultades a la exportación de aquellos productos que, a pesar de mostrar coyuntura excedentaria, se presumen imprescindibles para el abastecimiento nacional.

c) La preocupación por limitar los ascensos en los precios alconsumo no evita que éstos se eleven de forma espectacular. Sectores poderosos consiguen frecuentemente concesiones que: suponen el temido descalabro de los índices de precios. El año últim.o, el pan fue un ejemplo. En la misma línea, la liberalización del precio del aceite de oliva o la garantía de precios de sostenimiento para ese mismo producto, son concesiones contradictorias que trastornan el mercado los productos sustitutivos, como los aceites de semillas, cuya presencia en la realidad agraria española se ha mostrado imprescindible como eje de equilibrio en las complicadas y confusas políticas de grasas y ganadera que se están llevando en nuestro país.

En los aspectos productivos el año 1976 se ha caracterizado por la disminución en la cosecha de numerosos productos. Exceptuando el arroz, el sorgo y los garbanzos, la cosecha de 1976 ha sido inferior a la del año anterior para todos los cereales y leguminosas. La causa principal es la sequía que ha limitado las producciones, especialmente en la cuenca del Duero y la meseta Central. Los productos forrajeros siguen suponiendo una proporción demasiado pequeña en la materia prima de alimen ación animal. Las importaciones de soja permanecen inamovibles y los intentos para introducir su cultivo en España han cesado,ya que en los últimos años disminuye de forma acelerada la superficie dedicada a su cultivo. También ha disminuido la superficie de girasol; ello muestra la necesidad de un replanteamiento a fondo de la poIítica de grasas. La producción de patata y remolacha ha sido supenior a la e 1975, pero, como en el caso de la fruta, una buena cosecha puede ser tan ruinosa para el agricultor como pueda serlo un de "scenso importante en los rendimientos.

La cabaña nacional de vacuno y ovino ha disminuido nuevamente en 1976. Cada día es más 1 nexplicable la situación de la producción ganadera, estando como está nuestra agricultura hipotecada por las importationes de piensos. En el sector porcino, las continuas importaciones pueden llegar a hundir la producción nacional en un momento en que parecía asentarse la producción, al haber,sido éste el único producto en que fueron aceptados los niveles de precios propuestos por el sector productor al FORPPA.

Climatológicamente, el año fue adverso, si bien hubo una otoñada excepcional que salvó tina situación muy comprometida para el sector ganadero. Quizá el período intercatastrófico en que nos encontramos sea buena ocasión para tratar de diseñar políticas de intervención inmediata que puedan ser puestas en ejecución con la rapidez que se exige en momentos de adversidad meteorológica.

Por último, hay que destacar que con la asignación presupuestaria de 60.000 millones concedida a la agricultura para 1977 (5) 1.000 millones en 1976) poco nuevo se puede hacer, aunque vuelvan a aprobarse planes de acción coyuntural que prometen unos millones más que luego no aparecen por ninguna parte. En 1976 se han destinado en dos ocasiones subvenciones al carp.po por valor de 10.000 millo nes (ley de actuación económica de Villar Mir) y 24.000 millones (de cretos de 24 de agosto sobre transformaciones en regadío y me jora del medio rural) que, por unas u otras circunstancias, todavía no han llegado al empresario agrario.

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