Cien mil vascos se movilizaron para acudir a Echarri-Aranaz
Horas antes de comenzar la reunión se sabía ya que ninguno de los 176 alcaldes vascos que se habían avenido a la reunión —setenta navarros, cincuenta guipuzcoanos. 42 vizcaínos, doce alaveses y dos del condado de Treviño—podría llegar hasta la casa consistorial de Echarri-Aranaz. Por todas las carreteras de acceso se sucedían los controles, obligando invariablemente a autobuses y coches a dar la vuelta. «El pueblo está cerrado» era frase repetida por la fuerza pública. Tan sólo los periodistas pudieron atravesar el increíble cerco a que se sometió desde primeras horas de la mañana a la localidad navarra.
Entre nueve y diez de la mañana las colas de automóviles en dirección a Echarri-Aranaz, desde Vitoria y Pamplona, alcanzaban varios kilómetros. Desde la capital alavesa hasta Alsasua —cerca de cuarenta kilómetros— se circulaba en una lenta caravana. Los ocupantes de los vehículos portaban pancartas, ikurriñas, pegatinas alusivas a la jornada y cintas con los colores de la bandera de Euzkadi. Con el apoyo público de ANV. DCV. ESB y. fundamentalmente, del PNV se había formado una auténtica romería que probablemente habrá constituido la mayor movilización popular en el País Vasco después de la guerra civil.
A las once de la mañana, por las calles de Echarri- Aranaz sólo circulaban policías armados pertenecientes a las brigadas especiales.
Dificultades
La Corporación asistió primero la colocación de una ikurriña una bandera roja de navarra, en la presidencia del acto. A continuación se leyó un comunicado, preparado al parecer con urgencia, en el que el alcalde accidental, Javier Mauleón, después de lamentar la forzosa ausencia de sus colegas vascos, resumió las dificultades que había supuesto la celebración de esta reunión. Se refirió también a la solidaridad de los 176 municipios que se habían adherido al acto, destacando que este tipo de reuniones «no pueden quedar desfiguradas por otras de carácter oficialista, como las celebradas en Pamplona y Vitoria, a requerimiento del ministro de la Gobernación».
Acto seguido se dio lectura a un comunicado de los alcaldes vascos. En él destacan tres aspectos fundamantales: las consideraciones en torno a la progresiva liberación de los municipios vascos con respecto a la Administración Central, el tema de la violencia y las tres peticiones al Gobierno apuntadas ya en la reunión del 21 de julio en Vergara: amnistía total, plena reintegración foral y cooficialidad del euskera.
«En circunstancias democráticas normales —dice este comunicado—, nuestras corporaciones serian expresión permanente y fiel de las demandas populares. Pero a nadie se oculta la mediatización que por fuerza ha venido afectando a nuestros municipios y su lógica sumisión a los dictados del establecimiento político de los últimos tiempos.»
Se refieren también los alcaldes vascos al silencio político de los ayuntamientos, que hoy consideran intolerable. El escrito hace referencia también al tema de la violencia y de la contraviolencia, que no conducen a ninguna solución.
El comunicado plantea finalmente las tres necesidades que a juicio de los alcaldes vascos son indispensables para la reconciliación: amnistía total para cuantos sufren cárcel, destierro o marginación por actos de intencionalidad política: plena reintegración foral, no entendida como la resurrección de unas instituciones caducas, sino como el restablecimiento de poderes originarios, y cooficialidad del euskera. «Este punto —dice el escrito de los alcaldes— no admite demoras.» Terminada la lectura del comunicado que se aprobó por unanimidad, se dieron los gritos de Gora Euzkadi batua (viva Euzkadi unida). Gora Euzkadi socialista y Gora Euzkadi asktutá (libre). Se interpretó a continuación el himno de Navarra, con el txistu. Los asistentes entonaron por último el Eusko Gudariak, que resonó a través de los altavoces en la plaza desierta de personas.
Terminó el acto finalmente con la intervención de cuatro versolaris que improvisaron acerca del contenido del manifiesto de los alcaldes y. en general, sobre las tres peticiones que se habían presentado al pleno.
Antes de despedir la reunión los presentes cantaron el Guernikako Arbola, tras lo cual se dispersaron pacíficamente por las calles del pueblo, ocupadas hasta ese momento casi exclusivamente por la fuerza pública. Un centenar de vecinos de la localidad, con el lauburu (cruz vasca) en el brazo, formaron un servicio de orden interno para evitar que se provocase ningún altercado. La Policía Armada no pareció aceptar de buena gana la presencia de estos jóvenes, a los que dispersó en más de una ocasión.
Concentraciones
A esa misma hora, los autobuses y coches que no habían podido llegar hasta Echarri-Aranaz se dispersaron por las localidades y campas próximas, formando concentraciones y manifestaciones espontáneas, con abundancia de ikurriñas, pancartas y gritos de amnistía. Reuniones de este tipo se desarrollarían durante toda la mañana en Salvatierra, Alsasua, Irurzun (con botes de humo para los manifestantes). Urquiola y fundamentalmente en la pequeña localidad alavesa de Estíbaliz.
Desde las once de la mañana a las dos de la tarde se dieron cita allí miles de personas (entre siete y 10.000. según las diversas fuentes), que ondearon ikurriñas, repartieron propaganda y cantaron himnos vascos ante la presencia de la fuerza pública que no intervino en ningún momento, pese a que se registró algún pequeño brote de nerviosismo.
Hacia las dos de la tarde, unas quinientas personas se concentraban también en la plaza provincial de Vitoria, frente a la Diputación Foral, sin que en esta ocasión intervinieran tampoco las fuerzas del orden que se habían personado en las inmediaciones.
Hay que señalar asimismo que los representantes de las corporaciones municipales de Alegría, Llodio, Oquendo. Salvatierra y Aramayona, elaboraron un comunicado lamentando que se hubieran visto imposibilitados a acudir a la cita de Echarri-Aranaz, «ante la contundente negativa de los controles policiales establecidos».
En su manifiesto denuncian esta conducta, que consideran como arbitraria y represiva, advirtiendo «de los graves riesgos que puedan derivarse de esta actitud, que no propicia ninguna base de entendimiento». Ratifican, por último, el firme propósito de luchar hasta la total consecución de los objetivos para los que había sido convocada la cumbre de Echarri-Aranaz.
Por otro lado, cerca de 1.500 personas también habían tratado de acercarse hasta la localidad navarra sin éxito, se manifestaron cerca de las tres de la tarde, en lo alto de Urquiola, en la provincia de Vizcaya. Cuando trataban de cortar la circulación, una brigada antidisturbios de la Guardia Civil se personó en el lugar, empleando abundante material antidisturbios para dispersar a los manifestantes. Hora y media más tarde se había disuelto la concentración, quedando en aquella zona del orden de doce ikurriñas centenares de pegatinas.
Mientras tanto y después del fallido intento de concentración de Echarri—Aranaz, una treintena de alcaldes vascos trataron de reunirse a las doce del mediodía en la población guipuzcoana de Mondracón. Era una solución de repuesto que va se había previsto con anterioridad. Por esa misma razón, a las diez de la mañana los accesos a esta población estaban absolutamente copados por la Guardia Civil que impedía la entrada al pueblo por carretera e incluso por monte. Los controles fueron tan rigurosos que prácticamente sólo los habitantes de Mondragón pudieron superarlos. Se da el caso de que el mismo alcalde de la población, señor Altuna, se vio imposibilitado de llegar hasta su Ayuntamiento, por lo que debió dar un fuerte rodeo para llegar a Vergara.
"Minicumbre" en Vergara
En esta histórica villa foral guipuzcoana se reunieron a primera hora de la tarde más de treinta alcaldes. Se desarrolló así una especie de minicumbre informal que, en definitiva, sustituyó a la gran concentración prevista en Echarri-Aranaz. Lo que fue decepción y dificultades en esta población navarra se convirtió en una puerta de esperanza en Vergara. Del orden de 6.000 personas se reunieron espontáneamente en la plaza del Ayuntamiento con docenas de pancartas, vitoreando a los alcaldes vascos que se habían desplazado hasta allí.
El alcalde de Vergara. José Luis Elcoro, leyó desde el balcón de La Casa Consistorial el manifiesto de los alcaldes, con una ikurriña en la mano. Poco después del emotivo acto, el señor Elcoro manifestó que «la jornada de hoy significa el final de cien años de oscuridad y el primero de la claridad».
Tras este acto público se reunieron los alcaldes para adoptar posturas concretas de cara a los próximos días. Las llamadas telefónicas con los ministros Oreja y Martín Villa desvelaron la noticia de que una comisión de alcaldes, formada por los de Mondragón, Oyarzun, Azcoitia. Vergara y Hernani, iba a ser recibida hoy en Madrid por el ministro de Gobernación. Parece que a lo largo de la conversación telefónica, los alcaldes habían conseguido una promesa por parte del señor Martín Villa de que esta misma semana seria autorizada la ikurriña.
Dentro del ámbito municipal de Vergara, por la tarde se celebraría otra nueva reunión pública con la asistencia de la Comisión pro Amnistía de Guipúzcoa. Joseba Elósegui y el escultor guipuzcoano Eduardo Chillida sacaron al halcón un enorme mural con el signo de la amnistía que el artista guipuzcoano ha popularizado.
Por la noche, también de forma espontánea, miles de personas se concentraron en la plaza del pueblo esperando que el Ayuntamiento colgara finalmente la ikurriña del nuevo mástil instalado, al parecer, a tal efecto. Pero no se produjo el hecho esperado.
Finalmente se organizó una gran romería en el centro urbano, donde no faltaron manifestaciones con profusión de ikurriñas gritos en solicitud de amnistía y libertad. La Guardia Civil, que no había tenido conocimiento de la reunión hasta el último momento, tampoco hizo acto de presencia en esta villa guipuzcoana a lo largo de toda la noche.
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