III Festival Hispano Mexicano de Música Contemporánea
Entre los meses de octubre y noviembre se celebró en México, coordinado por la pianista compositora Alicia Urreta y Carlos Cruz de Castro, el «II Festival Hispano Mexicano de Música Contemporánea». Los antecedentes de este evento se remontan al año 1973 con el «I Festival», prosiguiendo el segundo en 1974,
para llegar a este último año de 1976 a celebrar el tercero, después del hueco forzoso producido en 1975 por el consabido conflicto político hispanomexicano, Si hubiera que buscar una característica que definiera estos festivales, habría que remitirse a la importancia que supone un festival en el cual sólo participan compositores exclusivamente de dos naciones. No es un festival internacional más, de los que intervienen compositores de varias nacionalidades y en los cuales la característica que impera es la individualidad de cada compositor, diluyéndose, la mayor de las veces en esa mezcla de estéticas polinacionales, la clarificación para un público mayoritario y poco iniciado. La experiencia en estos tres festivales, que se llevan celebrados, indica que el hecho de que se circunscriban exclusivamente a la música contemporánea hispanomexicana, patentiza, de una forma muy clara y estadísticamente el momento por el que atraviesan los compositores de ambos países en sus diferentes géneros, al concretizarse la fijación estética en dos polos, Este tipo de confrontación musical de dos naciones facilita a nivel de difusión, a nivel de comprender una música de vanguardia, que no se da con la profusión que debiera, unos resultados óptimos como lo demuestra la aceptación, asimilación y participación del público.
Este último festival se ha visto condicionado positivamente por el marco en el que se ha desarrollado: El teatro del ballet folklórico de Amalia Hernández. Un teatro de cámara con unas condiciones de escenario extraordinarias, en el que es posible cubrir cualquier necesidad de cualquier obra, dadas las características de instalación que de luz, sonido y tramoya posee.
Así, cada obra ha llevado la puesta en escena que necesitara por instrumental fuera. Estas condiciones posibilitaron la confección de unos programas mixtos en los que, en cada uno de ellos, se alternaban obras de conjunto instrumental, teatro musical en sus diferentes facetas, pianística, electrónica, instrumentos a solo y danza; facultando cambios rápidos entre una y otra obra, por diferente y complicado que fuera su montaje. Las facilidades técnicas al servicio del Festival, al poseer equipo técnico capacitado, al contar con local de ensayos etcétera, son factores que descartan premuras de tiempo a última hora en deterioro de la calidad, y ha contribuido para que las versiones de las obras, cualquiera que fuera su género, tuviera su tiempo y dedicación necesaria.
Los diferentes géneros, anteriormente descritos, tuvieron su representatividad en las obras de los siguientes compositores: Federico Ibarra, Ramón Barce, Mario Kuri Aldana, Angel Oliver, Raúl Ladrón de Guevara. Francisco Estévez, Armando Lavalle, Rodolfo Halffter, Lan Adomián, Jesús Villa Rojo, Juan Herrejón, Tomás Marco, Héctor Quintanar, Claudio Prieto, Mario Lavista, Andrés Lewin Richter. Manuel Enríquez. Alicia Urreta y Carlos Cruz de Castro. Por lo que respecta a los intérpretes y participantes, pertenecieron, en general, a la Orquesta Sinfónica Nacional; Orquesta del Estado de México; Solistas de la Compañía Nacional de Opera; bailarines solistas de la Sección Contemporánea del Ballet Folklórico de México: bailarines solistas del Grupo Quanta; la participación de la bailarina y coreógrafa Pilar Urreta que pertenece a la escuela de danza de Alvin Nikolais, en Nueva York; las diapositivas de William Murray; los bocetos del pintor Gonzalo Ceja, y la participación especial de Chiquito de Triana.
Significación especial tuvo el concierto de clausura, ya que se ha querido, desde que se iniciaron estos festivales, que el último acto lleve implícito el carácter de extraordinario. Si en el primer festival lo constituyó un homenaje a Rodolfo Halffter, con la interpretación de sus obras, y en, el segundo se estrenó mundialmente la ópera de cámara El Romanee de Doña Balada, de Alicia Urreta, en éste, tercero, se ha rendido homenaje al primer centenario de Manuel de Falla con el estreno de cinco obras, de otros tantos compositores, compuestas para tal fin y dedicadas a Falla como ofrenda de la música de vanguardia y por consiguiente también, del «III Festival Hispano Mexicano de Música Contemporánea» que, camino a su institucionalización, contó con el patrocinio de la Sociedad de Autores y Compositores de México, Ballet Folklórico de México y la Promoción Cultural Pedro Domecq de México.
En fin, un renovado feliz acontecimiento musical que esperamos no tenga interrupción en los próximos años, y sepan mantener cuantos están obligados a la difusión de la música contemporánea, tan necesitada de apoyo.
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