Juan Haro, premio nacional "Tomás Francisco Prieto"
La Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, «con objeto de contribuir al enaltecimiento por arte de la medalla y destacar públicamente los valores alcanzados por los escultores y medallistas que se dedican en España al cultivó de esta especialidad», viene convocando de forma regular, el Premio. Tomás Francisco Prieto, desde 1970.Singular -artista y noble artesanc del siglo XVIII, fue nombrado Tomás Francisco Prieto grabado del rey, en 1784, y, en 1752, directo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. El advenimiento de Carlos III le deparó e cargo de inspector general de toda las Casas de la Moneda de España y América. El mismo fue autor d numerosas medallas y probado maestro en el arte del aguafuerte del buril. No parece, pues, extraño que la Fábrica de la Moneda haya confiado a su patronazgo el premio anual y nacional de medalla.
Para el profano, el campo de la medalla es algo tan desconocido que en la mayoría de los casos no acierta a relacionarlo con el arte olvidando, sin duda, que los grandes escultores del pasado fueron, a propio tiempo, hábiles, medallistas
Difícil especialidad
Se trata de una difícil especialidad, cuya característica histórica se ciñe a la estrecha correspondencia que ha guardado con las inquietudes estéticas de cada época (de las que ha sido obvio testimonio), aparte de haber, constituido un medio de expresión tan libre y peculiar como. el de cualquiera de las otras artes.
Juan Haro (cuya última exposición individual de escultura fue, objeto de la primera reseña que yo suscribí en las páginas de EL PAÍS) hizo suyo el Tomás Francisco Prieto, en su primera convocatoria de 1970, con su medalla intitulada Homo homini lupus.
En la edicióndel año en curso, el jurado acaba de otorgarle, por segunda vez, el mismo galardón, en atención a su obra Conjuro para la paz. La medalla premiada, obra legítima de un escultor (o delatora de un hacer magistral), simboliza el anhelo humano de alcanzar la paz aquí y ahora, sea como fuere, por la negociación o por la magia.
La reunión conciliadora de diez manos (alegoría de los cinco continentes) produce al conjuro de su nombre, la imagen universal que centra y describe la composición. La paz, de esta suerte, viene a ser el resultado de aquella fuerza actuante, colectiva, que la invoca, no un don del cielo.
Babelia
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