Michigan: nueve millones de personas amenazadas de muerte
Nueve millones de personas de Michigan, Estados Unidos, viven amenazados de muerte debido a la difusión de un producto químico mortal contra el que no se conoce ningún antídoto, según los datos que publica esta semana The Observer.
El bifenil polibrominatado (PBB) es el causante del desastre: no se conocen exactamente cuáles son sus efectos, pero se sabe que similar al PCB, un contaminante industrial que puede producir algún tipo de cáncer y malformaciones genéticas. El organismo no es capaz de metabolizar este producto por lo que su persistencia es total, atraviesa la placenta y se ha encontrado en cantidades apreciables en la leche de las madres, incluso entre las que no estaban embarazadas cuando ingirieron el PBB.La Michigan Chemical Company fabricaba, entre otros, dos productos señalados: el Neutromaster, un abono animal comercializado a todos los ganaderos del estado a través de una cooperativa, y el Firemaster, producto empleado en la composición de plásticos para retrasar su punto de combustión. Los dos productos se envasaban en paquetes de colores diferentes. En 1973, y por circunstancias ajenas a la historia, se envasaron en paquetes similares, aunque figuraba el nombre, en grandes letras, en su exterior.
Un día correspondió el reparto a un empleado analfabeto. Tuvo que llevar mil kilogramos de pienso a la cooperativa. No distinguió uno de otro. Así que sirvió Firemaster en vez de Neutromaster. Los empleados de la cooperativa se sorprendieron inicialmente, pero consultaron con un supervisor. «Quizá sea una variante mejorada del pienso», dijo. Y ordenó su distribución normal.
Los animales empezaron a morir en los campos. Las gallinas ponían cada vez menos huevos, las vacas dejaban de dar leche e iban paulatinamente adelgazando mientras mostraban cada vez mayor apetito. El mal no se había identificado y los animales que morían eran enterrados normalmente. Tan fuerte era el veneno que aun otros animales que se alimentaban de los cuerpos muertos fueron contaminados.
Huevos, leche y carne de estos animales fueron distribuidos normalmente por todo el estado. Hoy se supone que la mayoría de los habitantes del estado ha ingerido alguno de estos productos y están por lo tanto sujetos a consecuencias que todavía son imprevisibles.
Cientos de granjeros han tenido que sacrificar su ganado. Dueños de grandes granjas están hoy en la miseria. La compañía y la cooperativa llevan ya pagados más de 36 millones de dólares en indemnizaciones
El doctor Irving J. Selikoff, jefe del Departamento de Ciencias e Investigación del Medio Ambiente del New York's Mount Sinai Hospital, está con un equipo de 35 personas, dirigiendo la investigación médica. En una semana entregará probablemente su informe, efectuado sobre 1.040 personas, al gobernador del estado de Michigan.
La gente empieza a estar tan debilitada que algunos ya no pueden trabajar: fatiga extrema, pérdida del cabello, pérdida de la memoria y desorientación son unos de los síntomas más frecuentes. De esta primera investigación podremos extraer pocos datos, ha declarado el doctor Selikoff. Si este producto actúa más eficazmente en las personas que en los animales, como sucedió por ejemplo con la talidomisa, en una proporción de setecientos por uno, los efectos pueden ser los de una tragedia semejante a la de Minimata (cientos de pescadores afectados por una intoxicación con mercurio).
Dado que el estado de Michigan se autoabastece, no es probable que ningún producto de estos haya salido del estado de Michigan. Solamente se sabe de una gran partida de aves que al no poner más huevos fueron vendidos a una compañía internaclonal fabricantes de sopas enlatadas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.