Referéndum navideño

Desde que somos una sociedad de consumo, el undécimo país industrial del mundo y los que más fardamos con un puro en la boca, las Navidades empiezan todos los años nada más pasarlos Fieles Difuntos, y fragante aún el último crisantemo en la solapa del muerto, nos lanzamos a la orgía navideña, ternurista. comercial y televisiva de los anuncios, los turrones, el villancico. la cesta de Navidad, los pastores de Belén, y el pato a la naranja. que ha sustituído al pavo reaccionario y al pollo menestral y hortera.Pero este año. para mayor gozo de anunciantes, publicitas, telegénicos y telegénicas, turroneros, jijonencas y nacionales en general, en lugar de una campaña tenemos dos: la Navidad y el referéndum. Como cae por las mismas fechas. nuestros poderes públicos. que no son tontos. le están dando al referéndum un aire navideño, familiar. ternurista, con mucha purpurina de futuro y de pasado, o sea, que no vamos a tener las Navidades blancas de Irving Berlin, que eran las típicas Navidades franquistas, sino unas Navidades políticas de derechas con ese villancico del vota sí que han grabado los del grupo Vino Tinto.

Yo creo que la tele, tan apretada de publicidad en estas fechas. debiera fundir de una vez ambas campañas, anunciar el rico referéndum de Jijona. la democracia escarchada y el duro turrón del autoritarismo residual, que será residual, pero no hay un dios que le meta el diente.

Me parece que la derecha en general, el comercio del ramo y los editorialistas de la tele se están haciendo un lío y ya no saben si anuncian el referéndum por una Navidad más caliente o anuncian la Navidad como programa de Gobierno. Se diría que el referéndum ganado y aceptado nos va a sumir en una feliz, eterna, duradera, permanente navidad política, y la nevada de votos afirmativos en las urnas va a ser como la primera nevada cándida y navideña sobre el poblado ibérico, mientras las campanitas de la aldea acompañan a Machín en su «Navidad que con dulce cantar te dicen las almas que saben amar». Todo un christma.

El referéndum tiene ya su villancico y la Navidad tiene su plebiscito de nieve artificial -copos como papeletas- en los escaparates de los grandes almacenes.

Los eternos descontentos dicen que el Gobierno va a ganar el referéndum gracias a la maquinaria del Poder. El rojerío sostiene que va a ganarlo el Poder gracias a la despolitización de cuarenta años de chispa de la vida. Manolo Escobar y España. España es lo mejor. Pero yo creo que el secreto de la cosa. el gran acierto electoral. la astucia última de la campaña. está en esa identificación subliminal Navidad/ referéndum.

Anda por ahí la foto del abuelo y la nieta. Anda la canción del referéndum, vaga y cielista como un villancico, y mira, mira cómo beben los peces en el río y cómo votan los votantes en la urna. No se sabe, de pronto, si están anunciando un referéndum o anunciando un turrón. Ya la fecha del referéndum ha sido bien elegida, pues es una fecha arropada de ternurismo navideño y calor de nido, paz del hogar.

-Es que la democracia urge -dice el parado.

Sí, la dernocracia urge. Pero del mismo modo que antes te echaban mucho fútbol y muchos cien metros lisos, por la tele, en las fechas políticamente peligrosas, ahora te echan mucha navidad en vísperas del referéndum.

-¿Cree usted que por eso han puesto el referéndum en vísperas de Navidad?

-Más aún, creo que han hecho caer la Navidad cerca del referéndum, en el calendario juliano.

He estado echando cuentas y contando por los astros, porque no me fío. ¿Seguro que la Navidad cae por ahora? ¿No será un truco ternurista para reblandecernos a la hora de votar? Tengo que preguntarle a Pitita. que sabe de astrolabios. Pero a mí no me la dan con turrón. Han sido capaces de inventarse una navidad, los de Prado del Rey, para propiciar el sí. Ayer como quien dice estábamos en el otoño caliente y hoy estamos ya en el referéndum navideño. Yo creo que de verdad, de verdad, debemos estar a dieciocho de julio.