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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Teléfono rosa, comedia rosa

A Francis Veber, guionista de esta película, se le suele considerar en Francia como uno de los postreros y más fieles cultivadores del teatro de costumbres, cuando no de la en otro tiempo famosa y aún perdurable comedia de! boulevard.En un estilo superficial, evitando sistemáticamente cualquier tipo de crítica seria, nos cuenta aquí una historia difícil de tomar en serio, de seguir hasta el final, a pesar de sus alusiones constantes a medios y problemas actuales. Sus personajes, desde el principio al desenlace, vienen a caer en una serie de tópicos, habituales y,por otra parte, en cierto tipo de filmes franceses que pretenden mostrarnos la vida tal como es, en torno a problemas laborales, incluyendo patronos de pequeñas empresas camaradas de sus obreros y a la par víctimas inocentes de sus antagonistas multinacionales, prostitutas de recio corazón profesional que a pesar de ello son capaces; aún de sentir el amor verdadero; técnicos recién salidos de la escuela dispuestos a venderse al capital extranjero, esposas compañeras y consejeras a ratos, enlaces sindicales amigos hasta donde el deberse lo permite y partidas de rugby dominicales que borran jerarquías sobre el césped neutral de los campos de juego.

El teléfono rosa

Guión de Francis Veber. Dirección de Edouard Molinero. Música de Wladimir Cosma. Intérpretes Mireille Darc, Michel Lonsdale, Daniel Ceccaldi y Pierre Mondi. Francia. Comedia, color, 1975. Local de estreno: Carlton, Minicine 3 y Rex.

- El otro juego, el planteado a lo largo de la historia, interesa poco y no se entiende bien a qué tipo de público vaya dirigido. Esos dos mundos contrapuestos: el del patrón francés paternalista y el del frío ejecutivo americano, sólo engañan a los obreros de mono azul del filme con aspecto de figurantes disfrazados.

La historia de la call-girl que servirá como cebo al rudo empresario de Toulouse con alma de niño era ya vieja cuando el cine se inventó, y hoy, a través de esta nueva versión, se nos antoja enterrada y muerta. Los personajes, si es que así puede considerárseles, salvo en algún que otro momento excepcional, navegan por París, comen, firman contratos, se desnudan y acuestan según los cánones habituales de este tipo de películas que incluyen una fotografía en la que se abusa del difusor y una música de W. Cosma que, repite un par de temas agradables.

En lo que se refiere a la interpretación a tono con el resto del equipo artístico, merece destacarse, sin embargo, el trabajo de Mireille Darc, a quien se deben los momentos,si no mejores, al menos más creíbles de la historia. Su frialdad su cinismo en ocasiones, su mirada, nos dicen mas, acerca de ese ambiente que se ha querido retratar que toda la anácdota trivial de negocios en crisis y amores tardíos, ni siquiera animados por alguna ráfaga de humor, rematada por un final ambiguo que tampoco le va, que no cierra lo que no llega a ser ni drama ni comedia, sino más bien novela rosa tradicional, adaptada a las actuales circunstancias.

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