Un poeta y su tiempo

A Moreno Villa suele englobársele en la generación de 1927, donde queda como un poeta secundario, al lado de los «grandes». Sin embargo, no es un segundón de las letras ni un arrimado a un cortejo brillante para adquirir una parte de sus glorias.Quizá pudiera decirse que las dianas a que apuntara o la calidad de su arma fueron superiores a sus logros. Su poesía surgió independiente, nueva, insumisa al magisterio modernista y fue estimada por los mejores poetas de su tiempo, que le contaron como amigo. De su labor como archivero salió un precioso libro sobre los bufones, enanos y monstruos de la Corte de los Austrias. De su exilio, agudas consideraciones sobre la penetración del arte indígena prehispánico en la arquitectura o la escultura coloniales... Fue un espíritu fino, un prosista claro que paseó también los campos de la pintura.

Confirman esta imagen las páginas autobiográficas con el título de Vida en claro que, publicadas en 1944 y desconocidas prácticamente, ven ahora de nuevo la luz.

Su interés nace de varios motivos: uno es la claridad y limpieza de su prosa; otro, no recaer en morosidades nostálgicas de esas que sólo afectan al que las viviera, refrenando también el sentimentalismo; otro, de ser un intento de llegar a lo más hondo de su personalidad, de «ponerme en claro». Finalmente, de haber vivido un período y un ambiente cargados de interés por sí mismos: la España intelectual de la primera mitad del siglo y el clima de la «Residencia» y su mundo.

La autobiografía se extiende desde la casa paterna, la catedral y el mar como indicadores del padre y la madre, señaladores de un futuro impreciso. Y secreto. Sigue la infancia, la introspección al indagar cómo era aquel niño, un tanto solitario, muy observador, quizá también cerrado en sus ensueños. Por su trayectoria de los años posteriores no sólo se nos da la ruta del hombre; también las coordenadas de un sector de una clase social española. Esto se. mantiene en los dorados días de la residencia de estudiantes, los felices y prometedores de la República y los de la que llama «la catástrofe», la torcedura total de su existencia como consecuencia. del alzamiento militar contra la República.

La hospitalidad mexicana, preside la etapa que llega hasta estas memorias y que se prolongaría hasta 1955, en que murió.

Algunas poesías propias acompañan al texto, subrayando, esa condición de poeta que nunca le abandona y que quizá sea responsable del agrado en que se desliza su lectura.

Un hombre ha vuelto la mirada atrás para contemplarse viniendo desde la niñez hasta los días finales, sin perder de, vista el paisaje recorrido. Entiende, al final de ella, que su vida estaba marcada por un destino arcano: quien supiera verlo habría podido abarcarla toda ella en su cuarto de niño frente al mar malagueño.