La jota
La clase política ha vuelto donde solía. Y están en forma para afrontar el otoño caliente vestidos con el amianto de la democracia orgánica. Franco aconsejaba siempre a sus ministros hacer deporte (y también a los que no eran sus ministros, por si acaso un día). Pero, como ha denunciado Girón en Málaga, hay grandes desviacionismos. Por ejemplo, el señor Reguera Guajardo, que en lugar de hacer deporte baila la jota.Sí, el ministro de Información ha bailado la jota en Cuéllar este verano. Claro que la jota es un baile nacional y patriótico. Incluso la jota cuellarana. Yo escribí una vez un artículo diciéndoles a los maños que ahora que todo el folklore se ha politizado y se ha contraído y crispado en folk, ellos seguían con la Virgen del Pilar y la tropa aragonesa. En Huesca tengo conocido a un procurador en Cortes que cantaba las jotas más verdes de España, después de las que me cantó Cela en Mallorca. Se ve que a la generación de la guerra le va la jota.
Si el señor Reguera ha bailado la jota en Cuéllar para halagar a los cuellaranos, don Adolfo Suárez tendría que bailarse unas sardanas en el Hogar Catalán de Madrid para resarcir a los catalanes de sus últimas declaraciones, que los tiene en un grito. Y un french can-can en el Liceo Francés para resarcir al París-Match del desmentido que les ha colocado con nueve días de arrepentimiento.
Me han dicho que el señor Reguera se solidarizó con un artículo mío ante los periodistas, de modo que no me voy a meter con él. El ministro de Información y Nadiuska son las únicas personas que me comprenden en este país de resentidos.
Lo que sí quisiera pedirle al señor Reguera, entre jota y jota, es que autorice la película de Pilar Miró La petición, que nos pasó ayer en privado la realizadora, y que está prohibida. Ya que el Lui castellano sólo se va a vender en Guayaquil, porque en Madrid no estamos preparados, al menos que le dejen ver al personal el desnudo lírico y lúdico de Ana Belén, que, gestante y todo, sigue siendo la más púber canéfora del progresismo en cueros.
Me llaman de Santander para pedirme una conferencia sobre los Derechos del Hombre. Espero que no me la prohiba usted, señor Reguera, que ahora en Santander lo prohiben todo. Cada uno hace lo que sabe. Si yo supiese bailar la jota cuellarana, como usted, la bailaría ante el Congreso que va a haber de los Derechos del Hombre, pero lo de uno es dar conferencias, y sólo medianamente bien.
Como este ministro de Información es aperturista, ha suprimido las ruedas de prensa, ha prohibido a dos emancipadas como Ana Belén y Pilar Miró, ha creado dificultades administrativas a la salida de Cuadernos y Guadiana y ha bailado la jota en la patria de Ismael y de la achicoria, o sea, Cuéllar. Parece que vamos hacia una democracia coreográfica, en que cada ministro va a bailar lo que sepa, Martín Villa, que es de León, quizá se marque unas danzas maragatas. Y los tácitos nos cantarán un gregoriano. Como antes de los Consejos todo es materia reservada, y después de los Consejos ya no hay rueda, de alguna manera tienen que comunicarse con la opinión.
Mientras Reguera bailaba la jota en Cuéllar, Suárez bailaba con la más fea -la oposición- en Madrid. Qué jotero se han perdido los Coros y Danzas y las demostraciones sindicales con el señor Reguera, y qué ministro ha ganado España. Como son el Gabinete más joven de Europa, los ministros nos han salido bailones. Parecía que iban a hacer la democracia y resulta que sólo van a hacer un guateque. Pero mientras viene la democracia de verdad, que les quiten lo bailado.
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