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Tribuna:Gil-Robles: diario de un exilio / 1
Tribuna
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La Monarquía por la que yo luche

Expulsado por el Gobierno del Frente Popular francés, Gil-Robles abandona Francia, donde se encontraba circunstancialmente al producirse el alzamiento militar, y se traslada a Portugal. Junto con otras personalidades y a través de una junta oficiosa, presta su apoyo a las actividades gubernamentales de la España nacionalista. Realiza incluso, por encargo de Oliveira Salazar, dos viajes a España para hacer llegar al general Franco unas propuestas de mediación que pudieran poner fin a la guerra civil. Fracasadas éstas y a la vista de la orientación política de Franco, Gil-Robles llega a romper abiertamente con el nuevo régimen antes de finalizada la contienda. Ello motiva una serie de violentas campañas difamatorias, la primera iniciada por el semanario falangista Libertad, de Valladolid, y que culminan en 1944 con motivo de unas supuestas declaraciones de Gil-Robles en la prensa extranjera. Al hecho y a las repercusiones de esta campaña se refieren las páginas de su Diario aquí transcritas.Sábado, 6 de mayo de 1944

... Por algunos periódicos portugueses, que han insertado un telegrama de la agencia alemana DNB, me entero de una nueva infamia de la prensa española. El ABC ha publicado un violentísimo artículo contra mí, en el que me llama traidor, llega a decir que entregué a los rojos las listas de Acción Popular (sic) para que fusilaran a sus miembros y pide que se me quite la nacionalidad española. Lo bestialmente canallesco de la calumnia resta toda autoridad al hecho; pero aun así estoy resuelto a que la cosa no pase sin una protesta de la máxima energía. Esto, en cuanto a España. Por lo que se refiere a Portugal, la casi solidaridad en la calumnia prueba que en los regímenes totalitarios la honra de las personas no tiene la más leve garantía. Un periódico de la noche -el Diario de Lisboa- se apresura a ofrecerme sus columnas, a las que envío una nota anunciando mi propósito de pedir al general Franco un enjuiciamiento público ante cualquier tribunal ordinario o extraordinario, sin más que la garantía de máxima libertad y publicidad para el ataque y para la defensa. Sebastián Ramires, que en esta ocasión se porta admirablemente, lo mismo que el grupo de amigos íntimos, visita a Oliveira Salazar; me dice que éste ha tenido un enorme disgusto con lo ocurrido, que ha dado órdenes a la censura para que deje publicar mis rectificaciones y que prohíbe en absoluto cualquier ataque contra mi. Algo es, pero no bastará para borrar la impresión penosa que producen estos regímenes que no son más que mentira y ficción. Ofrezco a Dios este sacrificio y pongo en sus manos mi honra. Su misericordia me ofrece hoy mismo la compensación de una tarde feliz para mis hijos, que gozan lo indecible con unos juguetes que les compro. ¡Qué contraste el de su alegría inocente y despreocupada con la tristeza que produce el espectáculo angustioso de tanta vileza y de tanta iniquidad triunfantes!.

Domingo, 7 de mayo de 1944

... Llega un amigo de Madrid para explicarme todo lo ocurrido con la publicación del infame artículo de ABC. La secretaría o Delegación de Prensa redactó el artículo, que sometió a consulta a Franco, quien lo aprobó. Entonces fue mandado al periódico, a las dos de la madrugada. El director, Losada, dijo que no podía publicarlo, siéndole ordenada más tarde la publicación por oficio de la Delegación «sin excusa ni pretexto alguno». Luca de Tena, que venía de Barcelona, llegó en el mismo día e increpó violentamente a Losada por la inserción del artículo. Losada entonces le presentó la dimisión, a lo, que Luca de Tena contestó que él no le había nombrado director de ABC y que tenía que dimitir, por consiguiente, ante quien le hubiera dado su confianza. Cuando Losada fue a dimitir a la Delegación de Prensa, se le contestó que obligatoriamente tenía que seguir en su puesto y que se telefonearía al periódico en el curso de la noche, para ver si se encontraba allí. ¡A eso se llama libertad y dignidad de la prensa en la nueva España! Luca de Tena, indignado, me ha escrito una noble carta en la que protesta del artículo injurioso y se solidariza conmigo, autorizándome para hacer uso de ella. Los amigos, incansables, están actuando con todo celo y energía: desde luego, la reacción que se ha producido es grande a mi favor. Sin perder tiempo, cablegrafío a La Nación, de Buenos Aires, desmintiendo las declaraciones que me ha atribuido el periódico Ahora y que son el origen del ataque o, por mejor decir, el pretexto. Es curioso que el tan periodicucho sea una hoja semiclandestina, dedicada habitualmente a la falsedad y al chantaje. Al mismo tiempo, cablegrafío a García Verde, para que haga las averiguaciones sobre la falsedad y prepare una querella criminal contra sus autores. Inmediatamente, redacto una carta para el propio Franco, que voy a mandar por tres conductos diferentes. Y, como es natural, me querellaré criminalmente en Madrid contra los autores del artículo injurioso. En la prensa de hoy de Lisboa no ha aparecido mi rectificación. Me entero de que el embajador ha actuado de acuerdo con el Secretariado de Propaganda, cerca de la censura, para que prohíba la rectificación. ¡Noble tarea la de un embajador que se desvive por impedir la defensa de un honor ultrajado! ¡A qué abismo de degradación ha descendido la política española!

Lunes, 8 de mayo de 1944

... Los periódicos portugueses han publicado esta mañana mi rectificación. Ha sido precisa una intervención enérgica del propio Oliveira Salazar para vencer la resistencia del embajador, apoyado por la gentecilla del Secretariado de Propaganda. En los medios periodísticos ha causado la peor impresión esta intromisión del embajador, que ha tenido la audacia de presentar una nota de protesta ante el Ministerio portugués de Negocios Extranjeros. Claro es que no le han hecho el menor caso. Me dicen de Madrid que Luca de Tena está repartiendo copias de su carta, lo que produce un efecto enorme. También aquí me llegan muestras de afecto y solidaridad de numerosas personas. Según se van conociendo los hechos, la repulsa a la conducta del régimen político español es unánime. Desde luego, yo doy copia de todos los documentos a los corresponsales extranjeros, agencias de información, directores de diarios de Lisboa, representantes diplomáticos, etc...

Martes, 9 de mayo de 1944

... El periódico falangista Arriba publica «íntegras» mis pretendidas declaraciones al libelo argentino Ahora, que han aparecido, por lo visto, el 27 del pasado. Se trata de una burda falsedad, hecha seguramente en Madrid, tomando por base ideas de mi carta al general Asensio. Ya es sospechoso que, en estos tiempos de comunicaciones lentísimas, se tenga tan pronto en Madrid un texto tan completo. Claro es que ha podido ser transmitido por cable, pero la cosa es sospechosa. El Gobierno español no ha dejado entrar en España los periódicos portugueses...

Lunes, 15 de mayo de 1944

... Recibo cablegramas de Buenos Aires anunciando que La Nación y el Diario Español han publicado ya las rectificaciones pedidas por mí. No tengo noticia de que la ... prensa de la nueva España haya insertado la obligada rectificación...

Miércoles, 17 de mayo de 1944

... Me llegan noticias de que al Ministerio de Asuntos Exteriores de España llegaron telegramas de nuestro embajador en Buenos Aires diciendo que García Verde se presentó en mi nombre a desmentir las declaraciones y anunciar la presentación de la querella. Esto se lo dijo el propio Jordana a Luca de Tena, Este fue luego visitado por Fernández Cuesta, quien le propuso que, en vista de la información publicada por Arriba sobre mis declaraciones, rectificase la carta que me escribió. Luca de Tena se negó y dirigió a Arrese una dura carta cerca del asunto.

Miércoles, 24 de mayo de 1944

... Llega Juan Jesús con noticias de España. La reacción a mi favor, con motivo del reciente incidente, ha sido lenta, pero buena. Los amigos se han portado, en general, bien, aunque hay mucho miedo y mucha atonía. Los medios oficiales comprenden que han dado un mal paso; pero, lejos de rectificar, harán cada día mayores enormidades. Miraflores ha advertido confidencialmente a Juan Jesús que el Gobierno español pide a Oliveira Salazar mi expulsión de Portugal. Aranda asegura que tiene todo preparado para un golpe contra Franco. Aconsejo a mis amigos que no se mezclen en tales intentos...

Jueves, 25 de mayo de 1944

... Las noticias confidenciales de Juan Jesús se confirman. Por la tarde, Sebastián Ramires, pasando el peor rato de su vida, me comunica de parte de Oliveira Salazar lo siguiente. Desde hace unos días, el embajador de España viene haciendo gestiones apremiantes para que yo sea expulsado de Portugal o, al menos, enviado a una isla. En vista de la resistencia del presidente portugués, el ministro de Asuntos Exteriores de España, general Jordana, llamó al embajador portugués, en Madrid, para decirle que Franco estaba furioso conmigo y que exige de manera terminante que se tomen medidas contra mí, hasta el punto de que sin ello no considera amistosas las relaciones entre los dos países. Alega Franco que yo soy el «enemigo número uno» de la situación, que ejerzo actividades políticas, que tengo una representación del rey y que Portugal no puede consentir que desde su territorio se hostilice a un gobierno amigo. Oliveira Salazar -siguen los informes de Ramires- se ha defendido alegando la absoluta corrección de mi conducta; pero no ha tenido más remedio que conceder algo. Y ese algo es que, para que no pueda tener actividades políticas ni comunicarme con Sainz Rodríguez -cuya expulsión también se ha pedido-, cambie mi residencia a un punto del país que no sea ni Lisboa ni Estoril. Oliveira Salazar comprende que lo que se está haciendo conmigo es una iniquidad..., pero se suma a ella; califica a Franco de hombre de odios, pero los secunda; dice que el régimen español es anticristiano, pero colabora con él. ¡Qué repugnante falta de valor moral en un hombre que hasta ahora había dado pruebas de lo contrario! Al serme notificada esta odiosa arbitrariedad, mi indignación estalla. Ramires, aplanado y moralmente deshecho, se ve forzado a reconocer que Salazar no se porta como quien es. Es una escena penosa. Le digo de un modo categórico que no admito tal monstruosidad, que no señalaré nuevo domicilio, que tan pronto como mi mujer pueda ponerse en viaje sin riesgo para su salud marcharé de Portugal y que entretanto dejaré que el Gobierno portugués emplee conmigo la fuerza, enviándome la policía. Acabo escribiendo a Oliveira Salazar una carta en que le hago ver que estas exigencias del Gobierno español, como remate de una campaña de injurias y calumnias, convertirían el prestigio del Gobierno portugués en un cómplice...

Viernes, 26 de mayo de 1944

Sebastián Ramires -de cuya verdadera amistad está dando ahora plenísimas pruebas- me da cuenta de otra conversación que anoche tuvo con Oliveira Salazar. Parece que a éste le hizo gran impresión mí carta, así como los argumentos que Ramires le transmitió. Ahora el presidente plantea la cuestión de otro modo. No quiere que yo me crea confinado; desea que no levante mi casa. Colocando el problema en un terreno amistoso, desea que le ayude a demostrar al Gobierno español que le ha complacido en algo. Dice que puedo ir a pasar unos 15 días al punto que escoja, como por ejemplo Coimbra, con el pretexto de trabajar en aquella biblioteca, y luego volver a pasar unos días con la familia. Más tarde, puedo ir a tomar una pequeña temporada de veraneo. De esta manera se ganará el tiempo necesario para liquidar el incidente. Añade el presidente que no hay que precipitarse en realizar este plan y que ha llamado al embajador portugués en Madrid para que venga a informar de palabra. Se ve, por la referencia de Ramires, que Salazar comprende que ha dado un mal paso y que no sabe cómo salir del compromiso que ha adquirido. Contesto a Ramires que, colocadas las cosas en un terreno de amistad, estoy vencido de antemano; si se trata de ayudar al presidente a resolver este incidente, haré lo que desea...

Martes, 30 de mayo de 1944

... Me avisan por teléfono ABC y Arriba vuelven canallescamente sobre el tema de mis declaraciones, publicando reproducciones fotográficas de Ahora y comentando el hecho con toda insidia. Sin esperar a conocer los periódicos, telegrafío a ambos negando una vez más la autenticidad de cualquier manifestación que se me pueda atribuir y escribo una carta al general Jordana, ministro de Asuntos Exteriores. Claro es que todo será inútil; pero constará por lo menos, una vez más, mi protesta. No creo que me ciegue la pasión al decir que es difícil encontrar un caso igual de vileza...

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