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Paquirri cargo la suerte

Paquirri dio un derechazo cargando la suerte. Lo decíamos ayer, a propósito de la inauguración de la plaza de toros de Palencia. Una fecha histórica por dos motivos superpuestos: la inauguración de la plaza y un torero que carga la suerte. Cargar la suerte no es torear con la pierna adelantada -eso lo hacen algunos- ni torear con el compás abierto -eso lo hacen muchos- sino adelantar la pierna contraria. Y no adelantarla al citar, sino después de que el toro ya ha arrancado.La posición correcta es citar medio de frente -se ofrece medio pecho, decían los clásicos-, la pierna contraria atras. ¡Je! El toro se arranca, y antes de que vaya a meter la cabeza se echa la pierna contraria adelante. Entonces, mientras se le cambia el viaje, el torero embarca al animal, que seguirá el recorrido templado de la muleta en tomo al eje que forma esa pierna adelantada.

Se dice todo esto no por dramatismo, no porque las reglas del arte de torear haya que seguirlas sin excepción posible, sino porque hoy la excepción es que esas reglas se cumplan. Por ejemplo, Paquirri., en Palencia, fue la excepción. Y pienso que tampoco lo hizo por dogmatismo ni por academia, sino porque le salió así, en aquel momento estaba reinventando el toreo. Este diestro, que durante tantos años ha sido el vendaval de los pases rápidos, el de «la moto», la vulgaridad, llega ahora a la madurez, y con ella le llega la torería, Está pendiente de la lidia que dirige, su capote permanece próximo y pendiente de los picadores, para protegerles tanto a la salida al ruedo como cuando lo abandonan: impone orden a sus peones, y sus faenas de muleta tratan de adecuarse a las condiciones de las reses. Es una opinión que defiendo que las más interesantes faenas de San Isidro no fueron lás de Teruel, o Camino, o alguna otra figura que logró redondear determinadas exquisiteces, sino las de Paquirri a unos mansos con peligro que logró dominar.

El jueves, en Palencia, le salió cargar la suerte. Sus compañeros copadores de carteles y ferias no lo hacen. Torear, se dijo siempre, es parar, ternplar y mandar. Y no se para, templa y manda si no se carga la suerte. Y si nadie carga la suerte, ¿quién torea aquí?

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