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Se realizaron tres abortos terapéuticos en Milán

En la clínica Mangiagalli de Milán han abortado tres mujeres embarazadas contaminadas de dioxina, el veneno desprendido de la fábrica ICMESA de Seveso, cerca de Milán.Días pasados el ministro de Sanidad, Del Falco, creyó oportuno, según el parecer de los expertos, aplicar el principio, reconocido por el tribunal constitucional, del aborto terapeútico. El aborto, que es ilegal en Italia, fue tema de un enconado debate político y parlamentario antes de las elecciones del 20 de junio pasado. La situación de las 113 mujeres de Seveso, contaminadas en mayor o menor grado por la nube tóxica, abrió de nuevo la polémica, en la que no han dejado de intervenir sobre todo las autoridades religiosas.

Esta tarde el diario vaticano Osservatore Romano publica un artículo de su director Raimondo Manzini de tono perentorio y riguroso: «el celo de los partidarios del aborto ha anticipado pareceres científicos no pronunciados (sino en el sentido de duda responsable) y decisiones jurídicas que no han podido ser serenamente ponderadas».

El órgano vaticano se pregunta si «la incertidumbre de la ciencia que dice "no saber", el respeto de las madres, la conciencia de la diversidad de la situación y el indefectible imperativo moral, reiterado por las voces autorizadas del magisterio católico, habrían tenido que conducir a otra reserva, a otra reflexión. Se anuncia, por el contrario, los primeros abortos como partes de victoria... El sentimiento cristiano tiene muy diversas capacidades de actos responsables y a veces de heroísmos... Pero, además, de la nube tóxica -concluye-, existe la nube de prejuicio».

La situación está muy lejos de normalizarse, no sólo desde el punto de vista moral. Científicamente se camina también entre mil incertidumbres a oscuras. «Con un gas del que no sabemos nada -ha declarado el profesor italiano Carlos Sirtorino- estamos seguros de que, a largo plazo, no sea letal incluso para el organismo humano. Además, a pesar de todas las, operaciones de saneamiento de que se habla, la región nororiental de Milán podría resultar inhabitable, incluso por cien años».

Según noticias filtradas del consejo de fábrica, la, producción de la ICMESA estaba destinada en gran parte a la Unión Soviética. La URSS importaba, en particular, cianuro destilado. Cada tres o cuatro semanas camiones provenientes directamente de Moscú se llevaban cargas de este producto.

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