El gran musical de los sesenta
West Side Story, así, en inglés, a pesar del viejo y melodramático título español, es el definitivo nombre popular de esta afortunada película, cuyo éxito de público ha superado a sus reales méritos hasta convertirse, sin duda, en una de las obras emblemáticas y representativas de los años sesenta.Desde el punto de vista del género, WSS es, sin duda, un musical, pero no al estilo de Hollywood -cuyas cimas provisionales podrían ser Cantando bajo la lluvia o Un día en Nueva York-, sino directamente tomado de la escena del Broadway neoyorquino. Si el musical americano se apoya en los moldes de la comedia más o menos rosada -salvo incursiones críticas como esa maravilla de Stanley Donen titulada Siempre hace buen tiempo-, heredero del music-hall o de las variedades clásicas, el espectáculo típico de Broadway deriva más bien de la opereta arrevistada, aunque sea muy difícil, por no decir imposible, separar netamente los contornos en uno y otro caso.
Amor sin barreras
(West Side Story). Realización de Robert Wise y Jerome Robbins. Intérpretes: Natalie Wood y Richard Beymer. Tita Moreno, George Chakiris. Reestreno en el cine Paz.
WSS pertenecería, más bien, incluso en su versión cinematográfica, a esta segunda categoría, aunque el argumento contenga más notas críticas de tipo social de lo corriente y diste bastante de los finales convencionales típicos. En realidad se podrían separar dos. películas distintas, relacionadas entre sí, con desigual fortuna: por un lado, la historia amorosa de los dos jóvenes Romeo y Julieta contemporáneos, en el barrio puertorriqueño -no se olvide que, en el origen, el libreto es una adaptación musical y social de la obra de Shakespeare-, y, por otro lado, las escenas musicales rodadas especialmente en los auténticos ambientes. La coreografia de Jerome Robbins sobre la inspirada partitura de Leonard Berstein es de primera calidad y supuso, en su momento, una auténtica revolución que todavía sirve de modelo a muchos intentos análogos. Los títulos de crédito de Saul Bass, sobre las vallas y paredes de West Side, constituyen también una maravillosa obra de arte, junto a la cual desmerecen las insípidas y relamidas escenas de amor entre un insufrible Richard Beyrner -que se apagó como intérprete después de este rodaje- y una Natalie Wood que todavía conservaba algo del Esplendor sobre la hierba, de Kazan, que acababa de hacer, capaz de dotar de fuerza interior a su personaje de María. Robert Wise acierta, a pesar de todo, a crear un clima dramático interesante, con algunas anotaciones cotidianas sobre el ambiente de los emigrados
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