Una historia "secular" del pensamiento religioso
Una etiqueta: anticlericalismo, puesta sobre gran parte de la novela española del siglo XIX y sus creadores más destacados, Galdós, Clarín, Valera, funcionó durante años como señal de peligro. De ella se valían los celosos guardianes de una España, la ortodoxa, para prevenir a sus fieles del contagio con la otra, la heterodoxa. Hoy, sin embargo, tras los graves sucesos de nuestra historia contemporánea, entendemos que el riesgo no procedía tanto de la novela, supuesto conductor de gérmenes malignos, como de los extremismos ideológicos conducentes a la injusta calificación de cuantos criticaban no ya la religión sino la política de la Iglesia, como enemigos de ella, como descreídos o herejes. Así se ahondaban las diferencias y se alejaban los españoles, situándoles en posiciones irreductiblemente opuestas. Las novelas de Galdós, pongo por caso, no transmiten al lector equilibrado otros gérmenes que los del humanismo y la ternura; sus páginas están repletas de comprensión del hombre, por ejemplo, las de Misericordia, auténtica lección de cristianismo. En nuestra época postconcillar, entendemos bien los orígenes del estigma lanzado sobre los mejores novelistas del XIX y sobre sus obras; se les llamó anticlericales por su repulsa de la intervención política del clero, por su oposición a un clericalismo que consideraban nefasto para el país y corruptor de la religión misma. La alianza entre los ultramontanos y el clero les parecía una barrera puesta para detener el desarrollo del pensamiento liberal español.En el libro que inspira estos comentarios, Francisco Pérez Gutiérrez plantea el problema religioso en el novecientos sin reducirlo a un enfrentamiento entre liberales y conservadores, sino matizando minuciosamente la ideología y la conducta de cada uno de los autores tratados: Valera, Pereda, Alarcón, Galdós, Clarín y Pardo Bazán. Corrige, a la vez, el entuerto cultural que, basado en presupuestos partidistas, condena a Galdós por su falta de catolicismo y a Pereda por su celo doctrinario, y al realizar esta operación histórico-crítica se esfuerza en evitar que sus simpatías ideológicas (aunque explícitas) tiñan de partidismo un acercamiento al tema que debe ser y en este caso es, rigurosamente objetivo.
El problema religioso en la generación de 1868,
de Francisco Pérez Gutiérrez, Madrid.Taurus Ediciones. 1975. 384 páginas.
Catolicismo conservador
Se trata de organizar una historia secular del pensamiento religioso de la época. El intento es realmente formidable y debido al método escogido para realizarlo da por resultado una visión del problema más original que las existentes hasta ahora. Gracias al enfoque del autor, el catolicismo conservador de un Pereda queda explicado y aparece como algo originado tanto en lo social como en lo personal, mientras el catolicismo liberal de Valera parece sobre todo fundado en una ideología pragmática. En Alarcón y en Galdós (este último libre ya de la mancha de anticlericalismo que solía imputársele), encuentra el crítico una esencial religiosidad que, dando a la palabra un sentido muy amplio y algo vago, puede darse por buena. Insistiendo en lo consabido y tan a menudo olvidado, recuerda que incluso escritora tan creyente como Emilia Pardo Bazán criticaba, como era su derecho y su deber, una sociedad de cuya estructura el clericalismo era parte importante, sin que esa crítica afectara a la solidez de sus creencias.Piensa Pérez Gutiérrez que los novelistas decimonónicos estudiados por él eran seres profundamente religiosos, como lo demuestra su frecuente atención a la temática de este tipo. Sin estar del todo conforme con su tesis (especialmente en los casos de Valera y Galdós), debe reconocerse que el crítico arguye su caso con honrada convicción y con argumentos bien escogidos. Su obra es, sin duda, una valiosa aportación a la historia de las ideas. Quien la ignore lo hará, claro está, a su cuenta y riesgo.
Babelia
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