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La solución de la "guerra del bacalao" está en Islandia

Juan Cruz

Ayer, en Oslo, Kissinger, secretario de Estado, norteamericano, expresó su esperanza de que la guerra del bacalao acabe pronto. El miércoles podría ser la fecha clave y la solución vendría finalmente de la capital de Islandia. En efecto, parece cada vez más claro que las conversaciones británico-islandesas, sostenidas en Oslo en los últimos dos díás no van a ser del todo improductivas. Ayer se, decía en Londres que los encuentros de Crosland, ministro de Exteriores británico, y su colega islandés, Agustsson, podrán servir para alcanzar un acuerdo que al menos dé paso a reales negociaciones. La opinión pública británica, por otra parte, ha empezado a adoptar una postura menos in transigente con respecto a las rei vindicaciones islandesas. Se considera ahora que el Gobierno inglés debe retirar su Marina de guerra de las guas que Islandia reclama y en las que tiene lugar la guerra del bacalao. En Escocia, de donde son muchos de los pesqueros británicos, que faenan todavía dentro de las 200 millas que Islandia demanda para sí,se estima que ésa puede ser una, buena solución para llegar a una tregua real. Un periódico de Glasgow decía ayer que esa concesión no debe suponer que Gran Bretaña abandone su actitud con relación a los derechos internacionales sobre pesca.

En otros sectores se acepta la idea expuesta por los diveros oradores que ha habido en la conferencia de Oslo. Una opinión muy extendida ayer en la prensa inglesa -y en la escocesa, por cierto- es la de que, efectivamente, Gran Bre- taña debe ir pensando que es más interesante guardar la cohesión de la Alianza Atlántica que no empeñarse en una disputa jurisdiccional que tarde o temprano podrá, resolverse internacionalmente. Islandia, con su amenaza de retirarse de la OTAN si no consigue el apoyo de la Organización, ha he cho que esta idea sobre la necesi- dad de -mantener al Occidente europeo militarmente unido cobre vigor y esté siendo considerada seriamente por los ingleses.

Crosland, que es diputado por una región pesquera cuyos habitantes están implicados en la guerra del bacalao, está en una buena posición para convencer a los británicos que un eventual aban- dono de la guerra no supondría en absoluto una rendición.

Tradición y «Concorde»En otro orden de cosas, ha causado cierta decepción en algunos medios ingleses la decisión de Callaghan de desaconsejarle a la Reina que vuele a Estados Unidos en julio, para una visita oficial, usando el supersónico Concorde, como ya ha hecho el presidente francés. La. razón dada por el Foreign -Office para explicar esta decisión es que la tradición exige que la reina entre en Filadelfia usando el vate real Britannia. La razón esconáida, tras esa declaración oficial, es el temor que tiene el Gobierno británico de que la reina sea recibida con una manifestación de desagrado en Washington si usa el supersónico.

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