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Las calles también son un espectaculo

Ángel S. Harguindey

Si en Cannes la proyección de películas no deja de ser un espectáculo, el espectáculo callejero supera en ocasiones a las propias películas. Jóvenes con las caras pintadas de payasos que tocan la guitarra o la flauta -moda impuesta desde los USA a raíz de la última gira de Bob Dylan y sus, huestes hurricanianas-; mimos que representan en las aceras sus números por unos francos; parejas que se comen los cigarrillos encendidos, o tragan hojas de afeitar, y todo ello en un ambiente radicalmente superficial, consciente de que dentro de unos días todo se acabará por estos pagos para volver a comenzar en otros. El hotel Carlton merece una crónica por sí mismo, pues intentar transcribir la atmósfera de vanidad y mercantil¡smo en pocas líneas es empeño absurdo. Dejemos constancia de que las calles de Cannes merecen su propia película.En París continúa el juicio contra, el doctor Simeoni, en el que sus abogados tratan por todos los medios de aplazarlo. Los corsos se solidarizan masivamente con su líder. Y lo hacen de forma pacífica: el lunes cerraron todos los comercios, escuelas y locales. En una pequeña sala de Cannes -60 localidades- proyectaban La camila, de Comory, película que narra el empeño histórico de un grupo de italianos por construir y consolidar una comuna -anarquista en el Brasil, en la segunda mitad del XIX. Ayer en el Grand Palais, se proyectó The California reich, documental de los norteamericanos Walter F. Parkers y Keith F. Critchlow, sobre el resurgir del movimiento nazi en los Estados Unidos. Un documental espléndidamente filmado, en el que se buscaba ir algo más allá de la mera anécdota pintoresca.

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Sin embargo, la estrella de la tarde de ayer fue, sin duda, la líder del movimiento de prostitutas, Ulla, célebre a raíz de su contestación en Lyon. Se acercó a Cannes a firmar ejemplares de su libro autobiográfico Ulla, por Ulla, en el que narra sus orígenes y educación -nació en una familia de la pequeña burguesía-, su matrimonio a los 17 años, su divorcio, cinco años más tarde, por no haberse consumado el matrimonio, y sus experiencias como prostituta, entre las que no faltan sus contactos con políticos y financieros. Un libro que, por el lanzamiento comercial, es más que probable que alcance la categoría de best seller y que al menos eso creemos, resulta excesivamente literario.

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